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Borges llegó a afirmar, parafraseando a Paul Valéry (1871-1945), que la Historia de la literatura podría escribirse sin mencionar a un solo autor; debería ser la Historia del Espíritu como productor y consumidor de literatura.....
Alguna vez he escrito que el objetivo estratégico del terrorismo no es, en primera instancia, matar mucho, sino matar mucho para poder socializar el terror. A partir del momento en que el miedo se instala en el seno de una sociedad democrática,.......
La Argentina sufre el triste privilegio de ser el primer país del continente americano víctima del terrorismo suicida. Diez años antes del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, hicieron volar la embajada de Israel en Buenos Aires.....

Mates Goldfarb

Mates Goldfarb

 

En una aldea cercana a Jelem, en un año incierto, hace alrededor de 100, nacía Mates, el varón mayor de Biniamín y Jaia Riva Goldfarb. En su niñez supo entretejer fantasías entre sus estudios en el Jéder y su amor por los animales y la naturaleza. Fue pastor de ovejas y un soñador, anhelante de lo bello y de lo mejor para la humanidad. A los 13 años sus inquietudes lo llevaron a dejar la aldea en busca de nuevas posibilidades.

Ya en la gran ciudad –Varsovia– aprendió el oficio de carpintero, trabajo que practicó con fuerza y delicadeza a la vez. Fue su labor permanente y definitiva, con la que alimentó a su familia... y a las instituciones en las que participó. En esa ciudad, comenzó a militar en el movimiento del Sionismo Socialista Linke Poalei Zion. Autodidacta, se relacionó con la intelectualidad judía del lugar. Los escritores y poetas estimularon su inspiración y comenzó a escribir poesías para niños en ídish.

En el año ’28 llegó a la Argentina, donde siguió unido a la militancia socialista tanto en el sionismo como en los movimientos autóctonos. Participó en la lucha popular del movimiento obrero en las calles de Buenos Aires y fue detenido varias veces durante la represión a los huelguistas. Al mismo tiempo, comenzó a montar su propio taller de carpintería. Una vez instalado, comenzó su participación en la Zwischo. Hace 70 años colocó, junto a su entrañable amigo Jaim Finkelsztejn y a otros compañeros de ruta, las piedras fundamentales de la Escuela Sholem Aleijem. Por muchos años formó parte de la Comisión Directiva del “shule”.

Durante los fines de semana continuó con su actividad en la carpintería, pero esta vez no con un sentido comercial: fabricaba las mesitas y sillitas para el jardín de infantes, los escritorios para la dirección y otros muebles para las aulas y oficinas.

Se casó con Elena y tuvieron 2 hijas. La Escuela y el Partido siempre fueron comensales invitados en la mesa familiar: las ganancias de la fábrica se compartían entre la familia, “el shule” y el partido Ajdut Avodá. Del “shule” se hablaba, al “shule” se iba, en el “shule” se militaba, se aprendía, se vivía.

Con el advenimiento del Estado de Israel se dedicó a ayudar a todos los “javerim” de la “tnuá” que hicieron “aliá”. En la carpintería, armaba sus contenedores y los llenaba generosamente con muebles, colchones, comida y camperas de cuero.

Su humanismo a ultranza lo llevó a identificarse con el sufrimiento y la necesidad de la humanidad entera en general y particularmente con los de todos sus allegados. Hoy podemos describir su modo de ser como generoso, buen compañero, desinteresado y comprometido políticamente; sin embargo, en su momento Mates tomaba todo esto como algo natural: nunca tuvo interés en los honores.

A fines del ’78, intentando sacar adelante el diario Di Presse, adquirió la mayoría de las acciones y fue su Director hasta el día de su fallecimiento, el 22 de abril de 1983.

Publicó dos libros de poesías para niños en ídish, uno de ellos traducido al español por su amigo Simja Sneh. El campo y sus nietos fueron fuente de inspiración para sus poemas.

Kinderland y Ramat Shalóm fueron otros emprendimientos de la Zwischo en los cuales participó activamente, expresando su amor tanto por la naturaleza como por la infancia.

Apasionado, simpático, alegre, su humor tenía muchos vestigios de tristeza por la familia perdida en el Holocausto.

Su insoslayable presencia dejó marcas profundas en la institución a la que amó y con la que decidió compartir su vida.

Marta y Mirta Goldfarb - 2004

Nueva Presencia - Publicado el 29 de Abril de 1983.

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Buenos Aires, 19 de noviembre de 2004-11-21 

RECUERDOS

 

Calculo que sería el año 1929 cuando el Sr. Mates Goldfarb me venía a buscar a casa y me llevaba a la incipiente escuela Scholem Aleijem.

Después me traía de vuelta, porque mis padres trabajaban y no podían ocuparse, pero les interesaba mucho la escuela judía y sobre todo el iddisch.

 

Tanto se hablaba el iddisch en mi casa que yo no sabía diferenciarlo con el castellano, Un ejemplo: cuando empecé a ir a la escuela estatal, estando en 1er. Grado, la maestra dibujó un pato en el pizarrón y preguntó qué era.Yo respondí : “a katchkele”. Mandó llamar a mi mamá y le recomendó que hablaran más castellano en casa....

 

Todavía creo sentir la mano del Sr. Mates en mi mano cuando me llevaba a la escuela.

 

Lidia Vinitzka de Pinto

Ejemplar activista y poeta infantil:

 

Mates Goldfarb

Por Moshé Korin

 

Quiero en esta nota, recordar a un hombre que nos brindó un verdadero motivo de orgullo el poder contarlo como activista voluntario comunitario (“askán”),  y con quien tuve por muchos años un contacto directo y muy importante. Me refiero a Mates Goldfarb (conocido también como el poeta infantil Mates Gal), quien fue uno de los directivos fundadores del “Schólem Aleijem” en 1934.

ֹl falleció el 22 de Abril de 1983 a la edad de 75 años.

 

Razones subjetivas

Con él, al igual que con otros queridos activistas y maestros, me ocurrió que durante mucho tiempo quise escribir alguna nota que lo recordase, y siempre hubo razones subjetivas que me lo impedían. Incluso, cuando en el año 2004 se cumplieron los 70 años de la fundación del Schólem Aleijem, escribí sobre varios de sus fundadores como el Dr. Jonas Kovensky, Jaim Finkelshtein, Isaac Benek y otros, pero no pude entonces hacerlo sobre él.

Siempre próximo a su familia, mantuve conversaciones con sus hijas: Mashe (la mayor, compañera mía en los primeros grados de la escuela primaria) y Mirta (Mírele, la menor, alumna mía en la escuela secundaria y luego colega en la docencia). Finalmente, he hallado aquí mi oportunidad, y trataré de aproximarme hasta donde pueda a la altura moral y el bello significado que la vida y la actitud de este gran hombre, merecen.

 

Ilustrado obrero

En sus orígenes, Mates Goldfarb fue un “Folksmench” y “Folksid” (hombre y judío de pueblo), uno de esos proletarios autodidactos. Un “arbeter inteliguent”, es decir, un obrero ilustrado. Fue militante obrero, activó en el sindicato y en la Casa para los Trabajadores, en su Polonia natal. Ya en su niñez en el pueblito donde nació, “Najan” – “Ujanie” cerca de Jelem, mientras estudiaba en el tradicional “jeider” comenzó a entretejer y a entrelazar sueños y fantasías de un mundo más justo y mejor. Y lo hacía mientras jugaba y alimentaba a distintos animalitos que encontraba, siendo a su vez pastor de ovejas.

Luego, ya en la Argentina trajo consigo en sus mochilas una singular mezcla de pueblito, aldea y ciudad, característicos del romanticismo social del que se embebió en Varsovia. Y su militancia siguió siendo constante, teniendo siempre muy claros sus objetivos.

Un hecho que no podemos olvidar, es que prácticamente, desde el día que llegó al país (febrero de 1928) y hasta fines de 1930, cuando se clausuraron los prostíbulos regenteados por la Asociación de rufianes “Tzvi Migdal” y muchos proxenetas fueron encarcelados. Mates formaba parte de los piquetes que ponían en los teatros judíos, el famoso cartel: “Far tmeim, der araingang farbotn” (Para los impuros, prohibida la entrada). De esa forma, los malvivientes (tratantes de blancas y madamas) comenzaron a ser marginados de la comunidad, iniciativa ésta, que comenzó en el año 1926.

Muchas veces, junto a otros jóvenes idealistas, tuvieron que enfrentar bandas de muchachotes, pagadas por los dueños de las casas de tolerancia que los querían aterrorizar. Ellos jamás se dejaron amedrentar y enfrentaban a los atorrantes con fuerza y valentía.

 

La familia

Mates Goldfarb se casó con Elena Klainer, quien había llegado de Europa en el año 1933, fue un amor a primera vista en la casa de unas primas de Elena, con quien —como ya señalé— tuvo dos hijas, que le dieron seis nietos, a los que incluso dedicó algunas de sus poesías. ֹl se desvivía por los niños, y sus nietos eran, a no dudar, las joyas que iluminaban sus días.

En Buenos Aires vivía su hermana mayor Broje y su hermano menor Idl.

Cabe destacar el cariño y respeto que sentía y manifestaba por su suegra Dvoire, quien vivió con ellos hasta el último día de su vida. [Todavía saboreo el gusto al “fish” (pescado relleno) que ella preparaba para las fiestas y disfrutaba mucho, cuando se la elogiaba por sus “goldene hent” (manos de oro)].

 

Preso en la Dictadura

Con el advenimiento de la dictadura de José Félix Uriburu —y en años inmediatamente posteriores— el intento corporativista-fascista que se quiere imponer en la Argentina, el gobierno cierra la Escuelas Borojov (1930/1932), escuelas antecedente del “Schólem Aleijem”. Luego de un allanamiento, el juez Sánchez Sorondo lo manda preso a Mates Goldfarb que era uno de los más activos dirigentes del movimiento “Borojov”. (Junto a él fueron apresados otros activos compañeros del movimiento a quienes nos referiremos en otra oportunidad). Las Escuelas Borojov eran dirigidas por militantes de los “linke Poalei Sion” (obreros de Sión de izquierda). Después de la creación del Estado de Israel el partido tomó el nombre de “Ajdut Haavodá-Poalei Sion”, hoy “Avodá”.

Y, luego de su cierre, un núcleo de sus militantes, sumando a intelectuales independientes, como los escritores Pinie Katz, Lázaro Zytnitzki, entre otros, crean en 1934 la “Zwisho”, las Escuelas Schólem Aleijem, donde Mates Goldfarb se halla, por supuesto, también entre sus fundadores.

 

Admiración

Mi admiración por él nació cuando me enteré que en 1934, en los heroicos días de la inauguración del Schólem Aleijem —cuyas dependencias entonces eran sólo dos piezas alquiladas— en Sarmiento al 2200, él que era carpintero, incentivó a su hermano menor Idl, a Meier Drexler y a Idl (Julio) Koremblit a trabajar por la inauguración de la escuela. Y estos cuatro carpinteros —unidos como cuatro “mosqueteros”— hicieron a mano los pupitres para las aulas. Ellos, que apenas tenían para comer, ¡ni siquiera cobraron la madera empleada…!

Mates Goldfarb fue en 1934 un fundador de la EscuelaSchólem Aleijem”, la que creció al punto de ser algunos años más tarde, la más grande de las instituciones integrantes de la red escolar judía. ֹl se halla entre los más admirados askanim” (activistas voluntarios) de casi todos mis colegas generacionales. Para muchos de nosotros fue nuestro guía y siempre nos brindó aliento, incluso en los momentos de mayor dificultad, como en 1969 cuando parte a Israel, Jaim Finkelshtein; y me designan a mí para hacerme cargo como Director General de las Escuelas Schólem Aleijem.

 

Generoso

ֹl era el prototipo del hombre rudo por fuera y muy sensible y bonachón por dentro. También firmaba garantías por sus compañeros y hasta en ocasiones le tocaba pagar las cuentas de ellos. Era muy generoso y lo hacía desde el anonimato. Incluso hizo importantes donaciones, sin revelar su nombre.

Ayudaba mucho a los jóvenes que hacían la “aliá”, en especial a los que integraban el Movimiento Dror. Ellos necesitaban un cajón para llevar sus cosas, eran tiempos de viajes en barco y todavía no existían los “container”… Entonces en su carpintería de la calle Warnes él les hacía el cajón, sin cobrarles un centavo. Su devoción era la ayuda a los jóvenes, y otra forma en que lo expresaba era procurando mantener a los “kinim” (plural de “Ken”, nido) de las juventudes “jalutzianas”.

 

Progreso

El carpintero que nunca faltaba a la jornada de trabajo, al tener su propia fábrica de muebles, seguía siempre infatigable, y a partir de las 6 de la mañana estaba ya firme en la labor.

Emprendedor y trabajador como pocos, mejoró su situación económica. Con su pequeña industria del mueble de la calle Warnes, luego de tenaces años, logró dar un salto que le permitió vender allí, para comprar en Independencia y Boedo, la célebre “Muebles Independencia”, que incluso hacía campañas publicitarias aún hoy recordadas.

 

Hombre de confianza

Recordaba algunas líneas más arriba, que me tocó hacerme cargo de la Dirección General de las Escuelas Schólem Aleijem, reemplazando a Jaim Finkelshtein —un hombre que durante años había sido fundamental en dicha tarea—. Y en aquel período era dable ver cómo Mates Goldfarb fue el hombre de confianza de Jaim Finkelshtein. Mates era sumamente intuitivo, y aún antes de expresarlo en palabras, era un eximio reconocedor del cuadro de situación que se presentase. Hasta se puede decir sin temor a exagerar, que él enseguida “olía” la situación. Y muy a menudo, Finkelshtein se aconsejaba a solas con Mates Goldfarb sobre los temas comunitarios.

En las reuniones partidarias, él era de hablar poco. Muy inquieto, parecía tener “szpilkes en el hintn” (alfileres en el trasero), ya que caminaba de un lado al otro, y pese a que se podría creer que no estaría prestando atención, él siempre estaba muy atento. Y era tan así, que nos sorprendía cuando en medio de su ir y venir, largaba la idea más adecuada para llegar a la solución buscada. Era de hablar poco, pero cuando tomaba la palabra, obteníamos de él una sesuda opinión.

 

Palomitas blancas

Con los años mejoró su situación económica, pero siempre fue un fiel e íntegro militante socialista y sionista. Nunca faltaba ni a una reunión del Partido, ni de la Escuela.

Y a la escuela (el “Scholem” de Serrano), venía cada tarde a las 17 horas, asomándose para ver a los alumnos del “Shule”, finalizada la jornada escolar y previo a la salida de la escuela.

Para él constituía un “bálsamo del corazón”, ver ese “mar de palomitas blancas” (los niños con sus blancos guardapolvos) alistarse en el patio de la escuela.

Apoyo y estímulo

Mates Goldfarb incluso apoyó económicamente a las escuelas. Siempre se mantuvo fiel a su principio de la necesidad de agrandar la escuela, lo que concebía como la única forma de continuar educando a la mayoría de los chicos judíos.

Recuerdo en los comienzos de los años ´70, cuando nos pasamos días enteros buscando juntos alguna casa para abrir allí un Jardín de Infantes. La idea era hacerlo donde aún no hubiese escuelas judías, para poder así ampliar el núcleo.

Y fue justamente él quien de su peculio adelantó la seña, para comprar las casas en las que funcionarían luego dos Jardines de Infantes: el Gan Ganí” (Mi jardín) de la calle Juan Bautista Alberdi, en Caballito y el Gan Aviv (Primavera) en la calle Soler, casi Medrano.

Y, personalmente, en mi gestión, Mates Goldfarb fue una de las personas en quien yo sabía a fe cierta, que podía apoyarme y obtener estímulo.

 

El joven carpintero

Su palabra, sus ademanes, su robusta figura lo confirmaba en cada paso: de elocuentes rasgos, de sencilla actitud, acostumbrado a tutearse con la madera, hasta mimetizarse con ella, puede decirse también que era “de muy buena y noble madera”. Así, él se presentaba a sí mismo, identificándose con un “stoler iung”, o sea: “joven carpintero”. Y la juventud y la lozanía no las perdió nunca.

Admirábamos aspectos de su fortaleza física, ¡exagerada! que nos resultaban tan difíciles de comprender. Uno estaba en su mano, y el otro en su boca. En la mano derecha, cada vez que nos la tendía para el saludo, era tal la fuerza que tenía, que nos dejaba doloridos por varias horas con un simple apretón de manos. Una experiencia que muchos de sus amigos reconocían, hacía que los huesos de uno lo olvidasen por algunos días. Pero esto era algo a lo que nos acostumbramos pronto. Además, estaban sus proezas, tan singulares y características de este hombre bonachón, de “tan buena madera”, con la que se había mimetizado.

 

Proezas

Nombraré tan sólo un par de dichas proezas. Una, era el resultado de un callo que de tanto cepillar madera, se le había formado en la palma de su mano. Y bien, resulta que con ese callo era capaz de clavar un clavo, sin necesidad de usar martillo alguno.

Y, la otra era que también su boca tenía una dentadura de muy reconocido vigor. No sólo que nunca en su vida pisó el consultorio de un dentista, sino que con sus dientes podía abrir las chapitas de las gaseosas y cervezas.

Así, recuerdo su proeza dental el día que se inauguró —en 1951— la Colonia “Kinderland” del Schólem Aleijem, en la localidad de Gowland. Asistió tanta gente que se fletó entonces un tren especial que salió a las 8 de la mañana de un domingo, desde Plaza Once. Los concurrentes recibían  una especie de vianda —éstas como tales todavía no existían—, ya que un empresario les había preparado “pékelej” (paquetitos) que eran envolturas en papel de una bandeja con comida. ¿Y la bebida? La bebida la servía Mates Goldfarb. Cada gaseosa la destapaba velozmente con su original aporte dental: ¡la abría con los dientes!

 

Anfitrión

Era además un hombre al que le encantaba recibir gente. Tanto en su casa del Pasaje del Parque (cerca de Warnes), en Villa Crespo, como en su casa quinta, cerca de la Colonia “Kinderland”, en Gowland. Estos lugares estaban siempre muy concurridos, y en especial, los chicos tenían su gran festín, sobre todo en Gowland, donde podían andar a caballo, bañarse en la pileta —especie de tanque australiano de cemento— y usar todo el lugar para sus juegos y correrías. Allí, jóvenes y adultos participábamos también de memorables fogatas nocturnas.

Particularmente, guardo un muy grato recuerdo de los “Sedarim de Pésaj” a los que concurría con mi esposa Sara y mis hijos, a su casa en Villa Crespo. Allí se leía la “Hagadá”, se cantaba hasta altas horas de la noche y se vivía la judeidad de acuerdo a los más preclaros principios. Hombre bonachón y muy querible, siempre nos hacía pasar un muy buen rato a todos sus invitados. Especial anfitriona era también Elena, su esposa, una mujer lúcida, culta, modesta, paciente, lectora inteligente, con quien era un gusto conversar y escuchar sus atinadas intervenciones. Por suerte, hasta el día de hoy (2007), posee esas virtudes ¡Por muchos años más!

 

De ayer a hoy

Su imagen está para mí siempre presente. Y debo reconocer que a veces, nosotros, tenemos hoy pudor hasta de referirnos a él y a muchos de sus contemporáneos —quizá este pudor sea la secreta clave por la cual durante tanto tiempo me sentí inhibido de escribir sobre hombres como él y otros-. Ellos, que fueron parte representativa de una generación que llegó de Europa sin nada, y pudieron construir una comunidad de la que hoy nos enorgullecemos ante todo el mundo. En ese ya mítico ayer, ellos llegaron sin nada, construyeron todo y nos legaron esta enjundiosa comunidad. En cambio nosotros, hoy, habiendo partido de una sólida base material y con una rica herencia espiritual y cultural, no pudimos mantener —o nos cuesta mucho hacerlo— escuelas e instituciones que se han perdido y malogrado.

 

Exclusión

Tal vez haya que reflexionar que mientras ellos dejaban también la puerta abierta para que la gente se integre y crezca, en nuestra generación —habría que preguntarse— hasta dónde no fuimos excluyendo a mucha gente que podría haber engrosado el “ishuv” (comunidad) y, sin embargo, son judíos que quedaron fuera de escuelas e instituciones.  Y que de haber quedado dentro, y con un lugar reconocido para participar, tal vez las escuelas hubiesen tenido los alumnos que les faltaban para mantenerse y seguir creciendo. Y lo mismo en el resto de las instituciones comunitarias. Apenas una digresión para tener en cuenta.

 

En el “Di Presse

Quiero en esta última parte de la nota, dar cuenta de la tarea intelectual, como director-propietario del Di Pressey como reconocido poeta infantil en idish, de Mates Goldfarb (o Mates Gal, seudónimo en su tarea literaria).

En la década de los años setenta se estaba por cerrar el “Di Presse”. Y fue justamente Mates Goldfarb, en una actitud generosa, que lo pinta de cuerpo entero, quien compra en 1978 la mayoría de las acciones del diario, y consigue rescatarlo.

Incluso para él fue un tremendo gasto económico, hacerse cargo de un diario en idish en una época en la que ya este idioma había dejado de tener lectores masivos. En los años `70 el diario idish, lamentablemente, se había quedado casi sin suscriptores y por consiguiente sin avisadores. La de él fue una “inyección de vida” y una manera de querer mostrar el camino para tener emuladores.

 

Patriada

Esta responsable actitud pasó a constituir una auténtica “patriada” para mantener lo que más se pueda esta última luz de la prensa en idish. Y la extendió durante varios años más. Fue heroico su intento por querer salvar al último bastión de la prensa idish de la Argentina.

En ese período fue el propietario y editor responsable, cargos también ejercidos en “Nueva Presencia”, semanario que tenía como director periodístico a Herman Schiller. Como todos sabemos, Nueva Presencia fue en la época llamada de “los años de plomo”, una de las pocas —aisladas— voces alzadas contra la prepotencia de los secuestros y las torturas.

Además, la “patriada” le significó un duro golpe, ya que perdió varias decenas de miles de dólares en esta empresa, pero mientras Mates vivió los dos periódicos aparecieron regularmente.

 

Postergación

Desde joven, Goldfarb tuvo también una inclinación poética. Claro que una vez formada una familia, durante años debió dejar adormecer sus rimas sustituyéndolas por tablones, y reemplazando las bellas estrofas por la construcción de sillas y mesas. A tiempo había intuido que era necesario alimentar a una familia y que en la Argentina para no quedar como un hambriento poeta infantil, era preferible ser un generoso hombre de empresa, por lo que decidió volcarse a la carpintería, cosa que su familia no pase sustos ni penurias. Y no sólo, pues fue además, como dijimos, un abnegado dirigente comunitario. Así, por largos años debió postergar la actividad literaria, aunque podemos suponer que produjo varios borradores sin ánimo de publicar.

 

Retorno poético

Pero por suerte, aquella chispa, ese fuego sagrado del joven poeta, no se extinguió. Y las chispas que en su momento no alcanzaron a transformarse en llamaradas para no opacar sus dos fuertes brazos, lejos de transformarse en cenizas, retornaron enhiestas, erguidas. Era como si les hubiese dicho: “chispazos míos: tengan paciencia, siempre los tengo en cuenta”. Se puede decir con seguridad que él vuelca en estos libros, el torrente que sale luego de largos años de silencio. Así, ya en los últimos años retorna su veta poética juvenil; además de escribir para los niños, incluyendo canciones de cuna y relatos con moraleja, también le canta a la naturaleza. El mundo de la fábula, en un fabuloso mundo. Como lo han señalado sus críticos “en cada página, vibra una densa exaltación de fe humana, de intensa emotividad”.

 

Autor

Sus libros, firmados como “Mates Gal” y dedicados a sus nietitos, reconocen su musa inspiradora en las casas de campo, en Chacra Matías, Gowland y Mercedes, según admite el autor.

Así, en 1976 aparece su libro de poesía infantil “Heim un Gortn” (Hogar y Jardín) bellamente ilustrado por Ariel, que es editado por la “Shul Bibliotek” (Biblioteca Escolar) de la Escuela Central Schólem Aleijem.

Luego publica “Fun feld un fun vald” (Del campo y del bosque).

Y, en 1981, con la traducción de Simja Snéh, aparece en español Tengo un árbol”, firmado como “Matías Gal”,  36 poemas seleccionados de ambos libros, que ilustra hermosamente Déborah e imprime la editorial Nueva Presencia.

 

Desde el corazón

Junto a su personal creatividad y a la lozanía del antiguo idioma idish, Mates Gal nos lleva de la mano a través de la hondura idiomática del texto poético, expresada con un lenguaje sencillo a través de certeros versos. Allí expresa su amoroso sentimiento y la ternura hacia los chicos. Sus poesías, a veces rudimentarias, se manifiestan en la forma natural en la que le habla un abuelo a su nieto: desde el corazón.

 

Tengo un árbol

“Tengo un árbol

Que siempre florece,

Cada día del año

Una flor me ofrece”. (…)

 

La rosa

(…) “Su gracia y sus colores

Atraen a chicos y mayores

Y aunque no digan nada

Le hablan con la mirada”.

 

Las abejas

(…) ”¡Qué bien!” – dijo la niña –

“Antes no lo entendía,

Y por no conocerlas

Por malas las tenía”.

 

Una morada luminosa

(…) “Pero aunque este mundo

No me guste nada,

Haremos en él para ti

Una hermosa morada”

 

ֹl no es vanidoso, ni escribe para mostrarse ante el mundo. Tampoco es un maníaco constructor de rimas, ni pretende ser émulo de Rubén Darío o de Jaim Nájman Bialik.

Mates Gal nos cuenta su verdad, y lo hace sencillamente, volcando cada verso con amor. No tiene veleidades ni pretensiones de gran poeta, pero escribe con inteligencia y con sabiduría. Y con el aporte de un humor muy sano, fresco, que ha hecho de su poesía un adecuado material infantil para los pequeños.

 

Frescura

La reconfortante frescura de sus poemas, en los que le canta a la naturaleza, describe el fantástico mundo de los animales en la imaginación infantil, y nos trae las diarias proezas de los niños. Fue también una bendición para todos, que el abuelo –este muchacho grande de cabello blanco– supiera conservar tan vivo al niño que fue.

Como activista voluntario y como poeta, Mates Goldfarb (Matías Gal) ha sido un ejemplo. Un hombre grande, bonachón, generoso y un poeta sabio, que ha conocido muy bien la imaginación y el corazón de los niños, porque en el fondo él mantuvo muy bien atesorada su propia infancia.

Mates (Matitiahu Zalman) Goldfarb, el hombre, el poeta, el  askán” (activista voluntario), el dirigente que siempre escapó a los honores, el entrañable amigo, el compañero incondicional, entró en la historia grande de nuestra Comunidad. Y nuestro recuerdo y gratitud para él, serán eternos.

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