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Nuevas caretas de la vieja judeofobia - Ricardo Ayestaran - Informe Uruguay - 20-07-07.

 

por Ricardo Ayestarán 

 

Lamentable vigencia de una vieja fractura moral de la civilización occidental

 

            Hasta 1879, el odio hacia los judíos no tenía siquiera un nombre especial. Ese año un tal Wilhelm Marr acuñó el término "antisemitismo" a fin de quitarle al fenómeno de toda connotación religiosa. El panfleto escrito por Marr que se llamaba "La victoria del judaísmo sobre el germanismo considerada desde un punto de vista no-religioso", proponía hostilizar a los judíos mas allá de sus inclinaciones religiosas.

 

            Pero el vocablo que Marr eligió tiene varios defectos:

 

Los judíos no son una raza y por tanto hay muchos judíos que no son "semitas". Suponer que, por ejemplo, un judío caucásico y dolicocefálo de Holanda y uno negro de Etiopía pertenecen a la misma "raza semita" que un judío árabe de Marruecos, es a todas luces absurdo.

En segundo lugar, y más importante aún, personas contra los semitas, no sólo que no hay, sino que nunca hubo. Jamás se crearon partidos, publicaciones, o ideas que combatieran a los "semitas".

Es más, la voz se presta a juegos de palabras. En cierta oportunidad el excanciller egipcio Amer Musa respondió a una acusación preguntando: "¿Como vamos a ser antisemitas, si nosotros somos semitas?"

            Lo lamentable es que el término acuñado por un judeófobo como Marr se difundió por doquier, aun cuando tres años después, en 1882, un prestigioso pensador judío, León Pinsker, sugirió la más apropiada palabra, "judeofobia", para caracterizar el encono hacia los judíos. Judeofobia es más precisa porque en el prefijo señala el verdadero destinatario de esta aversión, el judío, y en el sufijo alude a su carácter irracional.

 

            La judeofobia no es una forma de la xenofobia, puesto que los judíos no son extranjeros de los países en los que viven. Y como tampoco son una raza, la judeofobia no es una especie del racismo. Es un fenómeno muy singular, y como tal debe estudiarse.

 

            Hay motivos históricos, semánticos y lógicos que hacen más apropiado el uso del término "judeofobia" en lugar del usual "antisemitismo". Pero todavía hay un argumento más: El prefijo "anti" combinado con el sufijo "ismo" sugiere una opinión que viene a oponerse a otra opinión, como en antifascismo, anticomunismo o antiliberalismo.

 

            Es cierto que en psicología "fobia" también responde a su origen griego, "miedo". Y se habla de agorafobia (miedo a los espacios abiertos), nictofobia (a la noche) o claustrofobia (a los lugares cerrados). Pero en ciencias sociales tiene un significado más cercano al odio como en "xenofobia" (odio a los extranjeros).

 

            Pero la judeofobia NO es una idea, ni siquiera una opinión. Simplemente es odio, rencor o fobia, o sea un sentimiento irracional y subjetivo.

 

            Jean-Paul Sartre, en su famoso libro sobre el tema, sugiere que “No le permitamos al judeófobo disfrazar su odio de "opinión". En la medida en que usemos "antisemitismo", los judeófobos podrán adornar a sus rencores con una aureola de criterio razonado, lo que impide entender el fenómeno de la judeofobia con la claridad necesaria.

 

VARIANTES DE LA JUDEOFOBIA CONTEMPORANEA SEGUN LA IDEOLOGֽA

 

            La judeofobia contemporánea proviene, básicamente, de tres fuentes:

 

judeofobia de derecha (neonazismo),

judeofobia de izquierda o "progresista" (antisionismo globalofóbico) y la

judeofobia islámica: una mezcla de todas las formas de judeofobia.

 

            De estas tres formas la primera, la neonazi, es la más cavernaria, la tercera, la islámica, es la más agresiva y peligrosa, pero la más extendida por el mundo es la segunda, la judeofobia de izquierda o "progresista". Esta ha llegado a influenciar a grandes sectores de la opinión pública internacional y del periodismo occidental, y hasta ha impactado en la ONU. La judeofobia progresista es la que impide la reacción de condena tajante a todas las formas de judeofobia, una condena sin atenuantes que la civilización occidental debería tener, para ser coherente con sus principios esenciales de libertad, de democracia y de tolerancia política y religiosa.

 

            Una particularidad del antisemitismo actual es que podemos apreciar la generalización de los mismos argumentos descalificadores que, según el ángulo ideológico, asumirá distintos argumentos, pero con un eje único. Un ejemplo de esto es el surgimiento desde el antisemitismo de derecha de un movimiento pseudo-historiográfico con pretensiones de seriedad, autodenominado “revisionismo histórico” pero mejor conocido como el negacionismo histórico, por sus posturas antifácticas de Negación del Holocausto judío.

 

1- LA JUDEOFOBIA DE DERECHA

 

            La Negación del Holocausto (NH) organizada como corriente de revisionismo histórico se ha extendido desde la derecha donde ha nacido, hacia la izquierda que la ha adoptado y adaptado, determinando de esta manera dos posturas claramente diferenciadas; el revisionismo de derecha que plantea lisa y llanamente que la Shoá no existió, y el de izquierda que apunta al msmo objetivo pero mediante la minimización o banalización de la misma.

 

            La derecha neonazi tiene dos grandes líneas argumentales:

 

Intenta negar que haya habido una política sistemática y deliberada de los nazis dirigida a exterminar al pueblo judío

Sostener que la Shoá fue una reacción espontánea del pueblo alemán ante la amenaza de la conspiración “judeo_bolchevique_masónica_internacional".

            En términos generales los neonazis sostienen que la Shoá es un "invento sionista" para "extorsionar al mundo" con el objetivo de obtener beneficios económicos y/o políticos para las políticas "imperialistas y genocidas" del estado de Israel, que legitimen su "ocupación ilegal" de la tierra palestina, una ocupación ilícita que por supuesto no se refiere sólo a la Franja de Gaza o Cisjordania, sino a todo el territorio del estado de Israel.

 

2- LA JUDEOFOBIA DE IZQUIERDA

 

            Por otro lado la judeofobia patrocinada desde la izquierda utiliza dos instrumentos menos groseros, pero sin duda muchos más efectivos:

 

2.1 - La hipocresía del doble discurso que juzga hechos iguales con distinta vara

2.2 - La banalización de la Shoá, una alternativa sutil y perversa a la NH.

2.1- La hipocresía del doble discurso

 

            Este es un recurso muy usado por los intelectuales y escritores de izquierda en términos generales y no sólo para atacar a Israel. Esencialmente consiste en juzgar hechos históricos iguales o muy semejantes –sobre todo acontecimientos vinculados a violaciones de los derechos humanos y/o la autodeterminación de los pueblos- con criterios diferentes en función de la ubicación ideológica del protagonista político del hecho en cuestión. Frente a un atropello de las libertades esenciales de un pueblo o un grupo humano, la condena y la denuncia de la izquierda caviar europea y americana será muy dura o inexistente dependiendo de dos cosas:

 

De quien sea la víctima

De quién sea el violador.

            Existen decenas de ejemplos de esta flagrante hipocresía de la izquierda internacional, pero pocas veces ha sido tan clara como ante las invasiones sufridas por Afganistán a fines del siglo pasado y comienzos de este. Cuando en los EE.UU. anunciaron que iban a invadir ese país para capturar a Osama Bin Laden como respuesta a los atentados del 11-S del 2001, el escritor uruguayo Eduardo Hughes Galeano publicó un artículo llamado “El teatro del bien y el mal” condenando la invasión norteamericana ANTES que esta siquiera comenzara. A este brillante escritor, paradigma de la izquierda caviar latinoamericana, se sumaron rápidamente muchos otros de sus correligionarios europeos y americanos, inundando librerías, periódicos y páginas electrónicas con artículos, editoriales, reportajes comentarios y poemas muy bien redactados y de alto impacto a nivel de la opinión pública, denunciando la agresión imperial al pobre y desgraciado pueblo afgano.

 

            Lo curioso, y por cierto inocultable, es que veinte años antes, cuando ese mismo país y ese mismo pueblo fue invadido por las tropas de la Unión Soviética, que ocuparon militarmente el país durante una década, luchando contra los mismos guerrilleros talibanes y haciendo exactamente lo mismo que los E.U.A. hicieron veinte años después, ninguno de estos gallardos defensores de los derechos de los pobres afghanos, empezando por nuestro compatriota de las venas abiertas, dijo nada, escribió nada, ni denunció nada, en ningún lugar, ni por ningún medio.

 

            Ante el mismo hecho histórico este doble discurso revela: Dos conductas, dos morales, y una misma hipocresía flagrante y vergonzosa.

 

            Los ejemplos se pueden multiplicar hasta el infinito. Basta observar de que forma los intelectuales de izquierda han juzgado históricamente las acciones de las dictaduras según sea la posición que las mismas adoptan en relación al gobierno de los Estados Unidos. Compare por ejemplo la dura condena a Pinochet, Franco, Videla o Somoza y luego observe el silencio cómplice con Fidel Castro, Khadaffi, Stalin, Mao, Saddam Hussein, Pol Pot y Ceaucescu.  

 

            Esta hemiplejia moral y ética con la que buena parte de la izquierda internacional se ha acostumbrado a juzgar hechos similares, también es aplicada de la forma más descarada para juzgar los hechos políticos y militares que involucran directa o indirectamente al pueblo judío y al Estado de Israel. Cuando uno observa la dureza de la condena a las acciones militares antiterroristas de las IDF (Fuerzas de Defensa de Israel) uno se pregunta:

 

¿Porqué nadie movió un dedo por las decenas de pueblos sin estado como los kurdos o los armenios que fueron perseguidos, diezmados y acosados por gobiernos turcos o árabes de todo tipo?

¿Porqué nadie condena la matanza que Hammas y Fattah HOY está ensangrentando Cisjordania y la Franja de Gaza?

¿No será acaso que cuando los habitantes de Palestina mueren bajo las balas de los terroristas de Hezbollah o las milicias de Al Fatah, los defensores de los DD.HH. se vuelven ciegos sordos y mudos?

¿Por qué nadie dice nada ante ocupación militar del pacífico y milenario pueblo tibetano por el ejército de China comunista?

¿Dónde y cuándo se manifestaron estos señores y sus organizaciones defensoras de los DD.HH. por la situación del Dalai Lama y su pueblo?

¿Por qué más de diez años de guerras integristas en Sudán, con más de un millón muertos, no han preocupado nunca a ningún pacifista?.

¿Cuántas artículos escribieron Galeano o Saramago por lo que pasó en la Plaza de Tiannanmen?

¿Qué han hecho, dicho o escrito por la gente de Timor Oriental? 

¿O por las decenas de argelinos muertos y heridos en abril de 2007, víctimas de brutales atentados de células terroristas suicidas de Al Kaeda? 

¿Qué organización defensora de los DD.HH. propuso una manifestación cuando Jordania se cansó de los refugiados palestinos y los expulsó de su país, no sin antes matar más de 20.000, una matanza que si hubiera sido hecha por las fuerzas armadas de Israel habría provocado la ira y la histeria judeofóbica de todos los progresistas occidentales?

¿Y porqué cuando Kuwait expulsó a cien mil palestinos de su país, tampoco ninguno de ellos dijo nada?

¿Por qué entonces esta extraordinaria solidaridad con el pueblo palestino sólo cuando se enfrenta a Israel?

¿Por qué a ninguno de ellos siquiera se le ocurre proponer una manifestación en solidaridad con las víctimas judías que son asesinadas por el mero hecho de ser judíos?

¿Por qué esta indiferencia con el pueblo judío al que perversamente se confunde y se mezcla con el gobierno del Estado de Israel?

¿Por qué esta plataforma no convoca una manifestación en defensa de los derechos del pueblo palestino y en contra de la opresión de los derechos de la mujer musulmana y la corrupción de sus líderes?

¿Por qué no hay ninguna manifestación por la falta de democracia, de libertad y elementales derechos humanos que existe en la inmensa mayoría de los países musulmanes?

            En los últimos tiempos nos hallamos en presencia de una nueva variante de esta vergonzante hipocresía de los organismos internacionales. Se acusa a Israel de actuar incorrectamente por devolver cada golpe que recibe del terrorismo palestino, porque teóricamente debería responder “colocando la otra mejilla", apelando increíblemente a la pretensión de una supuesta "superioridad moral" del pueblo judío dimanada de su trágica historia de persecuciones. Más allá del dudoso derecho de afirmar que los musulmanes son moralmente inferiores a los judíos, semejante pretensión carece de antecedentes en la historia del mundo, ya que nunca jamás pueblo alguno ha renunciado a defenderse por las vías mas apropiadas y eficaces frente a una agresión de otro pueblo, por más que el agresor haya sido un pueblo “moralmente inferior”. 

 

2.2- La banalización de la Shoá

 

            El segundo recurso de la judeofobia de izquierda es similar a la NH de la derecha neonazi, pero más sutil y por ende más perverso. En lugar de negar la Shoa lo que se hace es banalizar el Holocausto.

 

            Es así que si bien acepta la existencia de la política deliberada de genocidio de los judío por parte de los nazis, acto seguido la trivializa haciendo un uso ahistórico de la tragedia mediante el recurso de la analogía superficial y barata, comparando situaciones que nada tienen que ver con la Shoá, histórica, metodológica, o contextualmente.

 

            Y este recurso espurio se utiliza intencionalmente con la manifiesta voluntad de descalificar al Estado de Israel, a su pueblo, a sus dirigentes y al propio movimiento sionista de la peor manera posible: "nazificando” la conducta del ejercito de Israel, lanzando sobre las víctimas del Holocausto el insulto de equipararlos con sus verdugos y asimilar a los terroristas de Hamas y Hezbollah con los prisioneros de los campos de la muerte.

 

            Un ejemplo de utilización de este mecanismo perverso es la que hace el Premio Nóbel de Literatura, el portugués José Saramago, mediante su ya conocida, desproporcionada y malintencionada comparación entre la Ramalá y Auschwitz. Es increíble que personas como José Saramago o Eduardo Hughes Galeano, puedan escribir tan bien, y al mismo tiempo pensar tan mal

 

            Las desproporcionadas y abusivas exigencias de la izquierda caviar, para que Israel "deje de hacerle a los palestinos lo que antes los nazis le hicieron al pueblo judío" es simplemente un perverso recurso dialéctico para minimizar el sufrimiento judío, cuya doble intención es por un lado “licuar” las culpas europeas por la Shoá (si Israel hace a otros lo que otros antes le hicieron a ellos- entonces, ni los europeos eran "tan malos", ni los judíos "tan inocentes"), y por otro lado buscan estigmatizar al judío generando, finalmente, un antisemitismo políticamente correcto, aceptable y "honorable".

 

            Sin embargo si intentáramos realizar una comparación entre la Shoá y el conflicto árabe-israelí igualando ambos hechos históricos como pretende Saramago, las conclusiones de tal analogía no resistirían el mínimo análisis por ridículas y forzadas. Más aún, plantear esto es tan poco serio que intentar ensayar una explicación de las diferencias es faltar el respeto a la inteligencia y a la formación de los lectores.

 

            Dos apostillas que serían graciosas si no fueran trágicas, solamente a los efectos de demostrar brevemente la ridiculez de este pseudoargumento saramaguiano:

 

Si los judíos hubieran tenido las mismas posibilidades y condiciones de vida (y tasa de natalidad) que los palestinos en Gaza y Cisjordania durante el "genocidio" israelí, no sólo no hubieran muerto 6.000.000 de los 9.000.000 de judíos europeos, sino que hacia el final de los 12 años de ocupación nazi de Europa la población judía debería rondar los 12.000.000 de personas, y

Si tenemos en cuenta la relación de muertos en el conflicto árabe-israelí, en Europa no sólo hubieran muerto los 6.000.000 que murieron a manos de los nazis, sino que además habrían sido asesinados 2.000.000 de civiles alemanes a manos de terroristas judíos.

            Como puede verse la analogía de estos “intelectuales progresistas" son absolutamente inconsistentes y sólo demuestran el visceral odio judeofóbico de sus autores. Afortunadamente no todos los pensadores e intelectuales de izquierda participan de la judeofobia contemporánea, pero lamentablemente y por el momento estos valientes librepensadores son una ínfima minoría en comparación con la “trouppe” políticamente correcta del progresismo internacional. Un ejemplo de ello es esa extraordinaria y valiente periodista y política de izquierda catalana que es Pilar Rahola, quien con mucha justeza ha escrito que “lanzar sobre las víctimas del Holocausto el propio Holocausto es como lanzar sobre las víctimas del naufragio los restos del barco hundido, lo que constituye algo realmente muy, muy inmoral”.

 

            Rahola también sostiene que equiparar la Shoá con cualquier otra cosa es también un gesto de inmoralidad. Y si encima lo hace encima un europeo, además de inmoral, es irresponsable. Porque los europeos quieren creer que el motivo de su enfermiza obsesión con Israel es su humana solidaridad con el oprimido pueblo palestino. Pero esa fingida solidaridad es una enorme mentira y por partida doble:

 

Primero, porque de entre centenares de pueblos carentes, sólo los palestinos despiertan la solidaridad europea.

Segundo, porque toda vez que los palestinos sufren por culpa de cualquiera que no sea el estado de Israel, léase Jordania, Kuwait, Siria o las propias facciones internas del terrorismo palestino como Hezbollah o Hammas, no hay protestas ni lamentaciones. Sólo cuando puede acusarse a Israel hay una furibunda empatía.

            “El núcleo de la verdad, escribe la española, es que Europa necesita repetirse a sí misma que Israel es victimario. Así aplaca sus propias culpas por la inmisericorde persecusión del pueblo judío que perpetró durante siglos”. “Finalmente no se pueden ignorar los notorios movimientos de acercamiento de los radicales de izquierda a posturas judeofóbicas extremas, que en algunos casos son de neto cuño filonazi, como por ejemplo las declaraciones de Saramago o Theodorakis, y que nos hablan de reacomodamientos ideológicos más profundos.”

 

            La implosión de la URSS, el desmoronamiento de los viejos paradigmas marxistas y la consolidación del fenómeno de la globalización ha desembocado en la conformación de un movimiento reactivo que logró canalizar esa orfandad paradigmática de la izquierda más radical, constituyendo una especie de contraglobalización "global", que ante el avance del imperialismo clásico se le yergue oponiendo una “alianza” unida, no por el amor, sino por el espanto; un "polo de resistencia" a la globalización imperialista, un contubernio de corte totalitario integrada por el integrismo islámico clerical-fascista que busca imponer el reino universal de la “Sharia”,  y los radical-izquierdistas que buscan imponer el dominio universal del "verdadero socialismo" encarnado, por supuesto, en su propia y totalitaria concepción.

 

            Lo que liga a estas dos concepciones tan dispares es su odio judeofóbico expresado, por un lado en su furibundo antisionismo y por otro en su concepción conspirativa que la economía mundial, la prensa internacional y hasta el gobierno de los EE.UU., están manipulados secretamente por lobbies de judíos, en un reciclamiento de las antiguas fantasías y mitos medievales de una conspiración judía global que pretende dominar el mundo, y cuyo opus máximo, “Los Protocolos de los Sabios de Sión”, continúa siendo hoy en día, aunque parezca increíble, un best seller de lectura obligatoria en muchos países islámicos.

 

 

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Es cierto que en psicología "fobia" también responde a su origen griego, "miedo". Y se habla de agorafobia (miedo a los espacios abiertos), nictofobia (a la noche) o claustrofobia (a los lugares cerrados). Pero en ciencias sociales tiene un significado más cercano al odio como en "xenofobia" (odio a los extranjeros).

 

Es bueno recordar aquí que el conflicto no es entre Israel y Palestina sino entre Israel (los judíos) y el mundo árabe (mil doscientos millones de almas), éstos últimos (desde los más moderados, hasta los menos moderados consideran que Israel debe desaparecer). A modo de ejemplo, citamos aquí artículos de la Carta Nacional Palestina que expresan este pensamiento y que recién fueron modificadas hace muy pocos años, aunque las organizaciones terroristas palestinas como la gobernante HAMMAS no reconocen tal modificación. Y hoy por hoy, en pleno 2007, Hammas tiene el apoyo de la mayoría de los palestinos según las últimas votaciones realizadas en Palestina y sigue sin reconocer el derecho a existir del Estado de Israel y reivindicando los artículos de la Carta que se transcriben a continuación:.

Artículo 19: La partición de Palestina en 1947 y el establecimiento del estado de Israel son completamente ilegales, a pesar del tiempo que transcurra, porque ellos fueron contrarios a la voluntad del pueblo palestino y de sus derechos naturales en su propia patria, y son inconsistentes con los principios expresados en la Carta de las Naciones Unidas; particularmente el derecho a la autodeterminación."

"Artículo 22: El Sionismo es un movimiento político asociado orgánicamente con el imperialismo internacional y es antagónico a toda acción de liberación y a los movimientos progresistas en el mundo. Es racista y fanático en su naturaleza, agresivo, expansionista, y colonial en sus objetivos, y fascista en sus métodos. Israel es el instrumento del movimiento sionista, y la base geográfica que el imperialismo mundial estratégicamente ubicó en el corazón de la patria árabe para combatir las esperanzas de liberación, unidad y progreso de la nación árabe. Israel es una permanente fuente de amenaza, opositor a la paz en el Medio Oriente y en el mundo entero. Dado que la liberación de Palestina destruirá la presencia Sionista e imperialista y contribuirá al establecimiento de la paz en Medio Oriente, el pueblo palestino busca el apoyo de todas las fuerzas progresistas y pacifistas e insta a todos, independientemente de sus afiliaciones y creencias, a ofrecerles toda la ayuda al pueblo palestino y apoyarlo en su justa lucha por la liberación de su patria."

 

Enero de 2002 

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