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El Judaismo en tiempos de Eminem - The Economist - 24-01-07.

 
MUNDO JUDֽO: El judaísmo en tiempos de Eminem
01/24/2007 04:34:00 p.m.


En una nota especial que reproduce el diario Haaretz, el semanario británico The Economist informa sobre nuevas tendencias en la identificación de los judíos de la diáspora con Israel y, en general con la identidad judía, en una época de identidades múltiples. Si bien los datos se refieren a Europa y Estados Unidos, y no a Latinoamérica, cada lector judío podrá situarse en el nuevo mapa en constitución. Povesham trae en traducción exclusiva este informe sin desperdicio.

 

"La elección a la que se enfrenta nuestro pueblo, señor presidente, es entre un estado y la exterminación". Así escribía Jaim Weizmann, presidente de la Organización Sionista Mundial, al presidente de los Estados Unidos Harry Truman, el 9 de abril de 1948. Cinco semanas después, Weizmann era elegido presidente del Estado de Israel, y Truman ordenaba reconocer a Israel apenas horas después de la declaración sobre su fundación.

Las palabras escritas por Weizmann no eran toda la verdad. Los judíos de Europa efectivamente estaban enfrentando el exterminio a manos de los nazis, pero los judíos que habían escapado de los pogroms en el Este de Europa hacia América dos generaciones antes, ya se sentían seguros y establecidos. Pero incluso para ellos, Israel se convirtió en el centro del mundo judío, no sólo como un refugio al que huirían en caso de emergencia, sino como parte de su identidad.

Mientras que para sus abuelos el judaísmo era cuestión de religión, estudio y comunidad, para ellos el judaísmo era algo distinto: ser miembros de una nación que perdió un tercio de sus hijos, pero ganó una patria.

Desde su fundación, el Estado de Israel presentó, con su sola existencia, agudos interrogantes al judaísmo mundial. Si Israel estaba destinada a ser el hogar para una nación que no podría sentirse segura en ningún otro lugar, ¿era posible de todos modos que los judíos progresaran en el exilio? Hubo quien sintió que los judíos tenían dos alternativas: fusionarse dentro de los países en los que vivían o identificarse con el nuevo estado judío, si no emigrar a él.

Otro dilema nació de las líneas que caracterizan la vida religiosa en el nuevo país. Muchos israelíes son laicos, pero la autoridad religiosa en Israel está en manos de religiosos ortodoxos. ¿Dónde coloca esta situación a los judíos de fuera de Israel, cuyas costumbres religiosas son más liberales? Y el dilema más grande de todos: a pesar del orgullo que siente el judaísmo del mundo ante la lucha de supervivencia cotidiana de Israel, ¿cómo debe reaccionar un judío de conciencia frente a la nueva imagen de Israel como un gigante militar y un gobernante opresor?

La mayoría de los judíos de la diáspora todavía apoya a Israel de modo claro. Pero hoy, cuando su imagen en el mundo ya no es la de víctima-héroe, han crecido en ellos las dudas. Muchos están preocupados de la ocupación en los territorios palestinos, y últimamente también de las imágenes de los bombardeos israelíes en el Líbano. Hay quienes temen que los mismos despiertan el antisemitismo en el mundo. Muchos creen que la vida religiosa y cultural judía en Israel no es satisfactoria Otros se preguntan por la eficacia del "refugio israelí", donde, por causa de las guerras y los conflictos se ha convertido en el lugar donde más judíos mueren por el solo hecho de serlo. Los más radicales dicen, tal como lo dicen los palestinos, que un estado construido sobre una base étnica es racista y anacrónica.

Es más, las últimas grandes olas de inmigración han concluido. Cada comunidad se desarrolla a su estilo. Los jóvenes se preguntan qué les dice, de hecho, Israel. Karni Aviv y David Snir, académicos norteamericanos, niegan en su libro "Nuevos judíos", la concepción según la cual el mundo judío es representado con Israel en la cima y la Golá, el exilio, en la base.

Ya en 1950 dijo el titular del Comité Judío Norteamericano (AJC), Jacob Blaustein, al primer ministro israelí David Ben Gurión, que "los judíos norteamericanos rechazan enérgicamente toda insinuación de que ellos viven en el exilio". En noviembre último, el actual titular de la Agencia Judía, Zeev Bielski,  dijo que llegaría el día en que "los judíos norteamericanos comprenderán que no tienen futuro como judíos en Estados Unidos debido a la asimilación y los matrimonios mixtos".

Desde 1948 Estados Unidos "proporcionó", apenas, 120 mil inmigrantes a Israel, y el número de los que viven allí es similar al de los que viven en Israel. Una encuesta realizada hace dos años por Steven Cohen, sociólogo del Hebrew Union Collegge en Nueva York, reveló que sólo el 17% de los judíos norteamericanos se autodefinen como sionistas.

A pesar de ello, los judíos de Estados Unidos son los que más enérgicamente apoyan a Israel. Muchos de los más entusiastas colonos de los territorios en la Margen Occidental provinieron de ese país. Los lobbies judíos líderes  intentaron apoyar a los gobiernos de la derecha en Israel y abstenerse de críticas contra sus políticas. El hecho de que Israel era el aliado más fuerte de Estados Unidos estimulaba esta postura entusiasta.

Pero los jóvenes judíos, que no habían nacido aún cuando Israel rechazó a tres ejércitos árabes en 1967, no lo ven como un héroe, de una moral inmaculada, necesitado de ayuda o siquiera relevante. "Israel en la era de Eminem", un informe escrito en 2003 para organizaciones de tzedaká de Andrea y Charles Bronfman, determina que existe una distancia y un corte entre los judíos norteamericanos jóvenes y sus primos israelíes". Según la encuesta de Cohen, sólo el 57% de los judíos norteamericanos dijeron que "la preocupación por Israel es parte importante de su escencia de ser judía, frente al 73% que lo decían en 1989.

El conflicto árabe israelí no es el único culpable de esta situación. La judería de Estados Unidos es pluralista. Muchos de sus miembros pertenecen a comunidades reformistas o conservadoras, y el establshment ortodoxo en Israel no reconoce la conversión o el casamiento hechos por otros rabinos. Los enfrentamientos por la cuestión de "quién es judío" afectaron la relación de los norteamericanos para con Israel aun antes del estallido de la segunda Intifada.

La Intifada como toda otra crisis, despertó el apoyo a Israel. Haward Rigger, presidente de la Unión de Comunidades Judías (UJC), recuerda que cuando su organización llamó a asistir a las víctimas de los atentados suicidas y sus familiares, "fue la primera vez en los últimos años que Israel estaba en peligro, y la reacción fue similar a la de la generación anterior". En el último verano, en los días de la guerra contra Hizballah en el Líbano, la organización recolectó 340 millones de dólares en seis semanas.

La convocatoria relámpago con el objeto de ayudar a Israel sigue siendo la especialidad del establishment judío. Luego de la guerra en el Líbano, la coalición de estudiantes universitarios (Israel on Campus Coalition) publicó un manual con 129 páginas donde se detallaban las donaciones que habían sido realizadas por organismos judíos y pro-israelíes, junto con argumentos que, se supone, desmentían toda crítica contra Israel. Los estudiantes judíos interesados en un verdadero diálogo sobre la guerra, similar al que se dió en Israel de modo tan acalorado, tuvieron que buscarlo en otra parte.

"Debe haber algo mejor que los norteamericanos pudieran hacer acerca de Israel además de reaccionar ante las crisis", dijo Roger Bennett, responsable de proyectos especiales en la Fundación Bronfman. Rigger comparte esta opinión. Según él, una de las cosas que los judíos pueden hacer es trabajar con los israelíes para hallar una solución al problema de la identidad". Es decir, al perfil de la vida judía en el Estado de Israel, donde la identidad religiosa es reemplazada a menudo por una identidad laica nacional.

El problema, según Bennett, es que las instituciones de la corriente central del judaísmo norteamericano fueron fundadas para defender el caso de Israel y luchar contra el antisemitismo. Pero los jóvenes judíos de hoy no buscan identidad, espiritualidad, sentido y raíces sólo en el judaísmo. A diferencia de sus abuelos, no viven en barrios judíos, sino dispersos en la sociedad. No se encuentran con gente en sinagogas o en círculos judíos, sino que crean redes propias. "Judío" es sólo uno de los aspectos de su identidad norteamericana multifacética, e Israel no les parece especialmente relevante.

Tikún Olam

Un ambicioso intento de impedir la asimilación y la pérdida del judaísmo es realizado a través del proyecto Taglit, bajo el auspicio de filántropos judíos, que desde 1998 ha dado a más de 100 mil jóvenes judíos de todo el mundo un paseo gratis de 10 días por Israel. El objetivo principal no es estimular la aliá (inmigración a Israel), sino dar una "inyección" de judaísmo. Las investigaciones demostraron que el método funciona. Mark Hannis, ecuatoriano de 24 años que visitó Israel en 2001, define su viaje como una "experiencia fundante". "Mi gran shock", dice Hannis, "fue ver a niños jugando al fútbol en las calles, como lo hacen en Ecuador, pero con kipot (solideos) en lugar de cruces".

Muchos de los participantes en Taglit comenzaron a buscar caminos por los cuales pudieran definir su judaísmo de forma no relacionada con Israel o con la religión. Mucho de ello se basa en "Tikún Olam", la obligación judía del compromiso social. Así, Hannis, nieto de sobrevivientes del Holocausto, decidió que los judíos tienen la obligación de salir contra el genocidio donde quiera que se dé, y fundó la "Red de Intervención contra el Genocidio", que activa contra el genocidio en Darfur.

Paralelamente crece el número de sinagogas  donde aceptan judíos homosexuales y trans-sexuales, y de centros de cultura judía y museos que glorifican la historia judía en lugar de sufrir permanentemente por el Holocausto. Nueva York salió con proyectos vanguardistas como "Reboot", un foro para judíos jóvenes y creativos, que con el tiempo generó una revista, una compañía discográfica y una editorial. A la luz de todos los nuevos caminos para "ser judío", el resucitamiento del sentimiento de pertenencia de los jóvenes judíos norteamericanos al lejano estado, al cual podrían venir en teoría, se vuelve menos importante.

Ciertos grupos intentan mantener a Israel como relevante, pero por nuevos caminos. "La nueva Fundación para Israel", por ejemplo, realiza eventos de recolección de donaciones al viejo estilo, pero destina buena parte de los fondos para fines no tradicionales, como la lucha por los derechos civiles de los homosexuales o de los árabes en Israel. La Fundación también teme menos entrar en política. En noviembre se publicó un artículo de la institución criticando la incorporación de Avigdor Liberman al gobierno, mientras que los movimientos como AJC (American Jewish Committee) guardaban silencio.

Los círculos de la artillería pesada pro-israelí todavía predominan, y su concepción unilateral corre el riesgo de espantar a los jóvenes. Estos círculos son vistos, en general, según Cohen, como quienes "exigen fidelidad a una política israelí que genera rechazo". ֹl prevé que a largo plazo se producirá una polarización en el judaísmo norteamericano. Un pequeño grupo se volverá más devoto y se acercará a Israel, mientras que el grupo más grande se alejará.

La popularidad de Netaniahu

Si los judíos de Estados Unidos temen que la asimilación reduzca su número, los temores son más grandes entre los judíos de Europa, cuyo número es de por sí más pequeño. Israel tiene que ser más importante para ellos. Está tamibén más cerca. Pero el contacto de los judíos europeos con Israel depende en especial de las condiciones locales.

En Gran Bretaña, más que en Norteamerica, Israel es un ancla de identidad judía. Es más probable que los ingleses visiten Israel, que tengan familiares y que se autodefinan como sionistas, aun si critican a Israel desde el punto de vista político.

Una encuesta realizada en la comunidad londinense del rabino Rodney Mariner reveló "un nivel sumamente bajo de entusiasmo y compromiso hacia Israel entre la mayor parte de los judíos de mediana edad y jóvenes". Como quien pertenece al sector judío-liberal en Gran Bretaña, señala que el único crecimiento en la comunidad judía se ve en el otro extremo del abanico, entre los jaredim (ortodoxos no sionistas). "No veo nada, exceptuando a Israel y a las comunidades jaredíes, que pueda unir a la comunidad judía a largo plazo", dijo el rabino Mariner.

Esto lo preocupa, porque Israel parece ser hoy en día un pegamento bastante débil. Duda de su política, y tiene poca confianza en su liderazgo y en "el valor de Israel en términos judaicos".

La postura del rabino principal de la comunidad judía de Inglaterra, Jonathan Sacks, es similar. Criticó levemente el trato que da Israel a los palestinos, y últimamente lo reprendió por revelar "poco sentido de la ética judía que se va infiltrando en las instituciones sociales".

En Francia viven más judíos que en cualquier otro país de Europa occidental (entre 500 y 700 mil), pero la mayoría de las familias judías de Francia llegaron a ese país hace apenas una generación o dos desde el norte de ֱfrica. "Están menos unidos a su país que sus hermanos al otro lado del Canal de la Mancha", djo Jean Jaques Wahal, director general del Pacto Judío Universal en París. Casi todos tienen familiares en Israel o ellos mismos estuvieron allí.

Wahal agregó que los jóvenes de entre los judíos de Francia tienden a ser derechistas y anti-árabes, y agregó: "Creo que Biniamín Netaniahu es más popular en Francia que en Israel". Además, una serie de ataques antisemitas ocurridos en los últimos años, época en la que el odio contra musulmanes y judíos se fusionó con el antisemitismo viejo de la derecha francesa, despertó temores y convirtió la emigración a Israel en más atractiva.

El año pasado, en efecto, inmigraron a Israel desde Francia 3.000 judíos, un número que casi no se había registrado en los últimos 30 años. Sin embargo, incluso los judíos de Francia se rebelaron en 2004, cuando el entonces primer ministro, Ariel Sharón, les dijo que todos debían migrar a Israel. Wahal piensa que la comunidad, menos dividida en cuanto a su pertenencia que en otros lugares del mundo, es firme en su deseo de permanecer en Francia.

Las relaciones entre Israel por un lado y Rusia y Alemania por otro, son diferentes. Los judíos de Rusia son mayoría en la comunidad judía de Alemania, luego que durante 13 años Alemania ofreciera status de residente a todo judío que llegara o hubiera llegado ya desde la ex Unión Soviética. Hoy, la comunidad cuenta con unos 115 mil miembros, cuatro veces su número antes de la caída del Muro de Berlín. En septiembre último, por ejemplo, se recibieron tres rabinos nuevos sobre suelo alemán, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial.

Pero luego de mudarse otra vez, muchos inmigrantes rusos quieren emigrar una vez más. "Es probable que los jóvenes judíos en alemania prefieran emigrar a Inglaterra que a Israel, dijo Mijael Brenner, historiador de la Universidad de Ludwig Maximilian en Munich. "En Inglaterra podrán estudiar, encontrar pareja judía y vivir una vida judía más variada y normal".

Entre los judíos alemanes la crítica a Israel es sumamente silenciosa. Pero el rabino Walter Homolka, director del Instituto Abraham Geiger, donde fueron ordenados los nuevos rabinos, dijo que la actividad sionista allí "goza de una respuesta pequeña". Desde su punto de vista, la gran preocupación es si los rusos que llegaron, y que tienen como primera prioridad su integración a la sociedad alemana, lograrán mantener su identidad judía. ֹl cree que el modo de acercarlos al judaísmo no es por medio de un contacto artificial con Israel, sino por medio de focos de atracción locales, como escuelas judías.

El renacimiento judío más sorprendente se da en Rusia misma. En el pasado había sido un país del que todos los judíos querían salir. Más de un millón de rusos migraron a Israel después de 1990, pero en Rusia permanecen aún cientos de miles de judíos.

La identidad judía es fuerte de modo natural en Rusia, donde el régimen comunista aplastó todo tipo de expresión religiosa pero exigió la separación étnica de los judíos. Hoy, aun judíos que jamás visitaron una sinagoga, se alegran de poder recalcar las diferencias que los separan de sus vecinos: ellos se definen a sí mismos como ciudadanos de Rusia, pero no como miembros del pueblo ruso.

El movimiento Jabad, que trabaja para hacer retornar a los judíos al seno de la vida religiosa en todo el mundo, puede adjudicarse parte del crédito por este renacimiento, pero es probable que la razón principal sea el relativo progreso económico en Rusia. Nuevas sinagogas y centros comunitarios fueron abiertos en diversos lugares a lo largo y ancho de todo el país. En el pasado fueron financiados por multimillonarios judíos, y hoy son fundados gracias a donaciones de empresarios de la clase media.

"Cerca de 100 mil rusos israelíes volvieron a Rusia", dijo el rabino Abraham Berkovich, director de la Federación de Comunidades de Jabad, una de las dos organizaciones techo rivales en Rusia. En un mercado que crece con vertiginosa rapidez, y con una población 20 veces más grande que la de Israel, ellos pueden conseguir mejores trabajos en Rusia. Hoy, un judío ruso en Moscú puede engalanarse con ropa más cara que su primo en Tel Aviv. Un verdadero vuelco, respecto de la situación hace apenas una década.

Exilio vs. Diáspora

El gobierno prefiere no admitir la "ieridá", la emigración de los judíos rusos, pero el rabino Berkovich sostiene que "es una situación de la que tanto Israel como Rusia juntas pueden beneficiarse". La mayoría de los que vuelven a Rusia siguen en contacto con Israel. A menudo dejan aquí parientes e invierten en Israel en viviendas y en educación. El fenómeno generó un nuevo tipo de diáspora. Hoy en día, cuando alguien escucha los sonidos del idioma ruso en la Ciudad Vieja de Jerusalem, o una charla en hebreo en los canales de San Petersburgo, es difícil decidir dónde termina Israel y dónde empieza Rusia.

De hecho, el renacimiento judío ocurre no sólo en Rusia y en Alemania, sino en toda Europa. Tony Lerman, del Instituto de Políticas Judías en Londres, informa de un ascenso vertical en el número de museos judíos, escuelas judías y cursos académicos para el estudio del judaísmo. Más y más personas estudian ídish, que era hasta hace muy poco una lengua muerta. Festivales de cine, música y cultura judíos se producen en todas partes, incluida Polonia.

En cierta medida, se trata del reflejo de una locura por lo exótico que tiene lugar entre los no judíos. No obstante, existe la insinuación de que muchos judíos reaccionan al antisemitismo y al temor por la asimilación, no emigrando a Israel, sino por medio del redescubrimiento del sentido de la vida judía fuera de ese país. Snir y Aviv prevén que dentro de diez años las fundaciones  judías en Norteamerica "financiarán el envío de jóvenes judíos a Vilna para que estudien ídish, y a Praga para que estudien arte juidío y arquitectura, tal como financian el envío de jóvenes judíos a Israel".

La relación tradicional entre el judaísmo del mundo e Israel, según la cual Israel es un hogar posible para el futuro, un escudo contra la asimilación y una fuente de apoyo continuo, es errónea, sostiene Lerman. "La manera de continuar con la relación debe ser por medio de una preocupación conjunta por la educación, la sociedad civil, los derechos humanos y los valores".

Incluso la Agencia Judía, bastión del sionismo tradicional, ha cambiado de táctica. "Makom", una de sus agencias subsidiarias, envía a Estados Unidos representantes para despertar en los jóvenes el interés por Israel, no precisamente pidiendo "abrazos" para Israel, sino por medio de la generación del acalorado y agudo debate sobre la vida en Israel y las contradicciones internas que esta vida encierra.

La reacción al desafío podría ser una excelente oportunidad para Israel de seguir siendo relevante entre los judíos no israelíes. Los israelíes hablan todavía de la "golá", el exilio. Pero los judíos que huyeron al mundo helenista luego de la destrucción del Segundo Templo en el año 70 de la era común adoptaron adrede la palabra griega "diáspora", por su neutralidad.

El "diasporismo", idea según la cual la situación de los judíos es mejor fuera de la Tierra Santa, se ha convertido en una tradición que comienza con las palabras del profeta Jeremías y que todavía mantienen judíos ortodoxos hoy. Pero los judíos jóvenes que viven hoy en día fuera de Israel ya no ven el futuro como una elección entre Sión y exilio, sino como una fusión mutuamente fértil entre ambos.

Fuente : POVESHAM
 

 
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