Los orígenes del Movimiento Dror-Hejalutz Hatzair y su Hajshará en la Argentina.
David Hurovitz - 1962.
Con sumo agrado acepté la invitación del javer Iosef Shtern de escribir
algunas páginas acerca de los orígenes del movimiento en la Argentina por
dos razones: la primera de orden sentimental, me place recordar ésos
tiempos idos y ya me regocijo al pensar que tendré que ir evocándolos,
aunque deba hacer un verdadero esfuerzo mental para recordar fechas,
sitios, nombres y acontecimientos, ya que tengo el archivo de todo lo que
contaré en mi casa, en Israel, y no podré hacer uso de él; y la segunda razón,
más importante, la conveniencia de que los jóvenes javerim del movimiento
sepan que los jalones que ellos plantan hoy no son los primeros, sino que
hay otros que los anteceden, y a raíz de ello se produce un determinado
“alineamiento de jalones” que marcan un específico derrotero cumplido,
que al seguir cierta ley histórica, permite establecer la trayectoria que
vendrá. Y en eso estriba, precisamente, la importancia del estudio del pasado
de grupos humanos que se asocian de una u otra forma entre sí, para
realizar ideales determinados.
Y después de éstas breves palabras introductivas, debo por un momento
cerrar los ojos y echar una mirada retrospectiva, descorriendo el velo del
tiempo para recordar acontecimientos que sucedieron unos quince años
atrás. En aquella época, por los años 1947, es cuando surgen los primeros
brotes del Movimiento. Se trata nada más que de dudas ideológicas, de
búsqueda de un camino más acertado del que se llevaba hasta entonces,
de inquietudes juveniles que no reconocían otra meta ni finalidad que la
justicia y la verdad, desconociendo todo convencionalismo o interés personal.
El transcurrir del año 1947 fue uno de los más difíciles para nuestro pueblo
judío, refugiados judíos de la guerra y sobrevivientes de la más terrible
matanza nazi aún deambulaba por el mundo en campos de concentración.
Gran Bretaña, la potencia mandataria en Israel, teniendo a Bevin (del partido
Social Demócrata) como primer ministro, cerraba las puertas de la Tierra
Prometida a las cansada víctimas del nazismo, que surcaban los mares en
barcos que parecían cáscaras de nueces, para ser apresados, muchas veces,
en las mismas costas anheladas. Y éstos judíos, después de tan difícil
peregrinaje, eran enviados por los acorazados de Su Majestad a nuevos
campos de concentración en Chipre. El mundo volvía a polarizarse de nuevo, después de la sangrienta guerra, en dos sectores, Oriente y Occidente, y era difícil predecir cuál sería la respuesta de éste mundo dividido a las legítimas reivindicaciones nacionales judías.
Y en éste mundo convulsionado, tomar una posición era como caminar
sobre la cuerda floja, tendida sobre una selva poblada de fieras. En Israel era
tan grande la influencia que surtían éstos factores, que llevaban al punto de
comenzar a escindir al Kibutz Hameujad. Desgraciadamente era muy poco lo
que se sabía en las filas de Movimiento Dror en Argentina – al que yo pertencía – 3CFONT face="Times New Roman">qué es lo que realmente pasaba en Israel, y nuestra posición, la de los jóvenes que querían pensar por su cuenta, sin contentarse con aceptar directivas ciegamente, debíamos fijarla andando en la oscuridad, a tientas. Fue realmente un prodigio el no haber caído en extremos, y que conserváramos la línea clara del Sionismo-Socialista-Jalutziano, combatiente y realizador, ya que dada nuestra corta edad no poseíamos las herramientas necesarias para los grandes análisis históricos, los agudos estiletes con los que se puede llegar al corazón mismo sin dañarlo, ya que corríamos el peligro de degenerarnos a simples charlatanes de salón, como los muchos que se pueden encontrar en éstas latitudes.
Recuerdo que en el año 1947, en un Congreso Territorial del Movimiento
Dror (creo que era el “Segundo Kinus”), sostuve una posición de no-identificación con los bandos mundiales en pugna, un repudio por el imperialismo británico que nos estrangulaba en Israel y un saludo a la juventud en Chipre, que también como nosotros, luchaba contra la opresión nacional.
Desgraciadamente, mi voz fue la única en tal sentido, pero quedaron sembradas las semillas. Aproximadamente un año más tarde se producía una escisión en el Movimiento Dror, formándose el nuevo Movimiento Dror-Hejalutz Hatzair, con tres filiales, Buenos Aires, La Plata y Concepción del Uruguay.
De aquellos primeros días quedaron grabados en mi memoria los nombres de los javerim más activos, y que traigo a colación a continuación: de Buenos Aires: David Petcheny, Simón Kosharovsky, Herzl y David Lishchinsky, Israel Stupnik, Ema Stitzman, Shoshana Schwab, Jaia Averbuch, Schlomo Akerman, Bruria Epstein, Shaúl Mirsky. De La Plata: Meijel Itzigshon, Kelito Cygan, Benito y Jana Kadisevich, Sara Baum, David Pereminsky, Oscar Fischer y Rulito Fixman. De Concepción del Uruguay: Rogelio Minuchin, Beile Rubinsky, Jaime Koval, Jaime Lerner, Benito Sirota, Elsa Scliar, Oscar Iconicof, Miguel Davidson, Shaúl Resnitzky y Jorge Dujovne. Con toda seguridad había otros javerim activos que escapan en éste momento a mi memoria, pero que también influyeron a cimentar el Movimiento en sus primeros y difíciles días.
Es interesante constatar que la mayoría de los citados llegaron a Israel.
Algunos no resistieron el embate de las difíciles condiciones materiales de Israel en los años 1952-53 (muy distintas de las actuales) y volvieron a las costas del Plata….pero al mismo tiempo resulta interesante anotar que hoy vuelven a verme alguno de ellos con el objeto de medir las posibilidades de regresar y enraizarse definitivamente en el antiguo solar histórico.
Y volviendo a los lejanos días de 1948. Para dar a conocer nuestras ideas, comenzamos a publicar un periódico de nombre “Hejalutz”, cuyo primer número tuvo su origen en La Plata, y fue impreso en un número reducido de ejemplares, gracias a la cooperación de la Escuela Scholem Aleijem, que puso a nuestra disposición un dispositivo sencillo para la impresión. A la sazón, éramos embrión de un Movimiento, pero no teníamos domicilio en la Capital, y por lo tanto debíamos realizar nuestras reuniones en lugares públicos, tales como plazas, parques y cafés ( sean recordados aquí con cariño el Café Internacional y el Golfo de Nápoli que aguantaron nuestras sijot…) Otro mal vino a sumarse al nombrado, la Confederación Juvenil Sionista y otras instancias no querían reconocernos, ya que según ellos usurpábamos en nombre Dror, que le pertenecía a Mapai. Se entabló una ardua lucha en defensa de nuestros derechos inalienables por ostentar éste nombre, pero carecíamos de fuerza y un partido que pudiera respaldarnos. Las cosas llegaron al punto de impedirnos trabajar por el Karen Kayemet, pero no cejamos, y la solución llegó de por sí, cuando nuestro Movimiento se unió, mucho más tarde, con el “Borojov Iugnt”, y se intituló Hakibutz Hameujad. El Dror de Mapai se denominó Ijud Habonim.
A comienzos de 1949, el 31 de Enero, convocamos una asamblea en Buenos Aires, que fue el punto de partida oficial del Movimiento, y varios meses más tarde reunimos una Convención Territorial de las tres ciudades filiales, adhiriéndonos formalmente al movimiento internacional del Kibutz Hameujad.
La correspondencia con la central en Israel, que estaba dirigida entonces por el Javer Moshé Kliguer, la llevábamos en idisch. También manteníamos alguna relación epistolar con el movimiento hermano de Chile, que nos envió para el invierno del mismo año, por unas semanas, al javer Dov Berdichevsky, que había vuelto recientemente de un Seminario del Movimiento en Italia. Para aquellos días habíamos resuelto finalmente el problema del local en Buenos Aires. En efecto, gracias a los aportes de los ahorros de algunos javerim y el trabajo de otros, logramos alquilar una casa para el Movimiento en la calle Seguí 1821, amén de las actividades que desarrollábamos en el local del Círculo Israelita de Villa Crespo, sito en la calle Corrientes. El grupo de javerim, desprendido del Dror de Mapai había engrosado considerablemente sus filas, con jóvenes que jamás habían pertenecido a movimiento alguno.
El siguiente verano organizamos un campamento en Hudson, en el que contamos entre otros con la visita del javer Guershon Janovich, del kibutz Jeftzi-Bah, shelíaj para el Borojov Iugnt. Unos meses más tarde recibimos finalmente un shelíaj de Israel, el javer Yehoshua Guivoni, del kibutz Alonim, que vino con su esposa, Shulamit, y desarrolló una proficua labor en el Movimiento. Más, pronto tuvo que abandonarnos, para dirigir el Seminario y Convención Educativa Sud-Americana, que se realizaba en Chile, y a los que enviamos a tres Javerim.
Corría el año 1950, y habíamos llegado a la conclusión de la necesidad urgente de abrir nuestra propia hajshará, ya que los javerim mayores del Movimiento requerían los conductos adecuados para su realización jalutziana, pero carecíamos en absoluto de fondos para ello. A tal efecto, abandonamos los javerim mayores del Movimiento nuestros hogares, y alquilamos un departamento en Villa Crespo (si bien recuerdo en la calle Vera 824), y comenzamos todos a trabajar, excepto dos javerim que se ocupaban de la cocina y limpieza de la casa. Creo que éste fue el único ejemplo sobre el continente americano de lo que nosotros llamamos Beit-Jalutz, y que pronto se transformó también en una especie de filial del Movimiento para jóvenes de la vecindad. El Beit-Jalutz existió hasta que inauguramos la hajshará.
Para fines del año 1950 habíamos reunido algunos fondos, con los que decidimos abrir nuestra hajshará. A tal efecto alquilamos una quinta de 12 hectáres, con tres chozas, en la localidad de Altamirano, compramos caballo y sulki, algunas herramientas de labranza, utensilios para la fabricación de queso y crema, y el 1÷. de Enero de 1951 inauguramos oficialmente la hajshara “Laneguev”, a la que se integraron 21 javerim, que se habían constituído oficialmente en garín en una reunión en la ciudad de La Plata. Fue uno de los capítulos más gloriosos de aquel pequeño movimiento “Dror-Hejalutz Hatzair”, que tuvo la valentía de iniciar su propia hajshará sin ninguna ayuda del “Brit-Irgunim Jalutziim”, que a la sazón era la encargada de solventar todos los gastos de instalación de las nuevas hajsharót, pero que nos negó su ayuda, por razones políticas.
Nuestra hajshará se parecía a las famosas hajsharot de Rusia y Polonia de hace 30 años, pobre materialmente, pero rica de espíritu. Sus raídas chozas tenían puertas tan bajas que había que agacharse para pasar por ellas.
No faltaron algunos aspectos cómicos ligados a la vida de la hajshará. Recuerdo que aún antes de tener la quinta en Altamirano, salimos el javer Herzl Lishchinsky y yo a un remate de una fábrica de ladrillos, y compramos allí sulki y caballo. Efectuada la compra, volvimos “en ella” a la Capital, llegando a las 22 horas al snif de la calle Seguí. Como en ése momento se terminaba una sijá de la shijvá menor, no tuvimos más remedio que dar más vueltas en sulki, con los jóvenes javerim. Luego surgió el problema de “vivienda” para el ejemplar equino. Como teníamos un pequeño patiecito en el fondo del snif, tratamos de introducir el caballo por el zaguán, sin despertar al dueño de la casa, que vivía en el departamento superior, pero no había caso de lograrlo, el Dror-Hejalutz Hatzair no se había creado para caballos, y había forma de hacerlo entrar al zaguán, ni marcha atrás o adelante. Atamos nuevamente el caballo al sulki y comenzamos a recorrer las calles de Buenos Aires en busca de un corralón en donde ubicarlos. Pero, ya en los primeros que visitamos se nos aclaró que sería imposible lograrlo, ya que trato debía cerrarse a la luz del día, y a la sazón ya eran las dos de la madrugada. Para descubrir las direcciones de los corralones se nos había desarrollado un sexto sentido, sin contar el del olfato, que nos daba la pista aproximada….Estábamos Herzl y yo desesperados, cansados y rabiosos...Qué hacer? Había que liberar al pobre animal de su carruaje. Pensamos ya en acercarnos a una plaza y hacer guardia alternativamente en torno del noble ejemplar, pero temíamos la ira de los guardianes del orden, no permitirían tal agravio a una plaza pública. Resolvimos solicitar la ayuda de la Seccional de Policía de Villa Crespo, de que sabíamos antaño tenía caballos. Pero, desgraciadamente, tampoco ellos pudieron ayudarnos, ya que hacía tiempo se habían motorizado. En cambio, el cabo de guardia nos dio el nombre de un sereno de corralón en la vecindad, al que podríamos acudir invocando su nombre. Efectivamente, ésta recomendación y una propina de diez pesos, que entonces eran algo, nos abrieron las puertas del corralón como un talismán, y así pudimos liberarnos de caballo y sulki, que comenzaban a ser para nosotros una verdadera obsesión, y a pesar de que ya comenzaba a aclarar, y estábamos rendidos de cansancio, no pudimos menos que ir a festejar el “happy end”con una espumante copa de cerveza.
Acontecimientos jocosos como éste había muchos en la hajshará, pero no mucho tiempo para festejarlos. Juntamente a la inauguración de la hajshará se comenzó un Seminario Sud-Americano de tres meses en el mismo lugar, con la participación de unos sesenta javerim, de los cuales unos 20 eran de Brasil y algunos de Chile, siendo el promedio de estudios unas diez horas por día. Los javerim de la hajshará tenían a su cargo la cocina y las labores agrícolas, que se comenzaron bajo la instrucción de algunos javerim cuyos padres habían sido colonos en las colonias de Entre Ríos.
Terminado el Seminario se efectuó una Convención Educativa Sud-Americana, y además un Congreso Central del Movimiento en Argentina, que eligió las nuevas autoridades, liberando de sus funciones a los javerim que estaban en hajshara, y poniendo al frente de las actividades a cuadros jóvenes que habían recibido ya su capacitación ideológica en el seno de nuestro Movimiento.
Al mismo tiempo que se celebraba el Seminario Latinoamericano en la hajshará, se verificaba un campamento en las inmediaciones de la ciudad de Concepción del Uruguay para los javerim jóvenes del Movimiento, en el que se obtuvo positivos resultados educativos. El mismo año, aprovechando aún la presencia del shelíaj Guivoni, se organizó un Seminario de invierno, durante las vacaciones de Julio, para la shijvá intermedia del Movimiento, que no había participado en Seminario Latino-Americano. Para la educación de los jóvenes javerim iba surgiendo un nuevo y poderoso factor educativo: el garín hajshará del continente americano, que se estaba concentrando en el Kibutz Naan, en Israel, y se estaba aprestando para salir a hitiashvut al Neguev, haciendo honor al nombre de la hajshará en Argentina. En efecto, el 2 de Septiembre fue el Acto Inaugural y el lanzamiento de la pieda fundamental del Kibutz Kisufim, en la frontera de Gaza, que se transformó en un faro para el movimiento en Argentina, el cual tenía ya cuatro de sus miembros en él.
Y así llegamos a las postrimerías del año 1951. Durante todo éste año íbase preparando el terreno en nuestro Movimiento y el “Borojov Iugnt” para el unificación de ambos.
El Movimiento “Borojov Iugnt”, habiendo comenzado como un movimiento político, perteneciente al Partido Poalei-Sión Smol, sin que la realización jalutziana sea imprescindible para sus miembros, iba acercándose cada vez más a los principios de la “hagshamá hatzmit”, con lo cual caían la barreras que impedían antaño nuestra unificación. Recuerdo que, para crear el ambiente adecuado a la unificación, nos leía el shelíaj Guivoni trozos del libro de historia del Movimiento Mundial, en el que se relataba la vísperas de la unificación del Movimiento político Dror con el Movimiento Jalutziano “Hejalutz Hatzair”, parangonando nuestra unificación con el “Borojov Iugnt”, a pesar que el símil no era absoluto, ya que además de nuestro carácter jalutziano de “hagshamá hatzmit” teníamos un alto nivel y conciencia política, como pocas veces lo tuvieron los movimientos juveniles en la Argentina. Este era un motivo más para justificar, precisamente, la unificación de los dos Movimientos embanderados en los mismos ideales políticos, ambos pertenecientes al Kibutz Hameujad, habiendo llegado ambos a exigir la “realización personal” de sus miembros. Las condiciones estaban maduras, y la no unificación sólo significaría fraccionalismo estéril. Por lo tanto, en un histórico Congreso celebrado en Buenos Aires, el 2 de Noviembre de 1951, se unió nuestro Movimiento con el Borojov Iugnt, siendo el resultado de ésta unión el Movimiento que adoptó el nombre de: “Noar Jalutzí Borojoví Hakibutz Hameujad”, que tiene en su haber espléndidas realizaciones.
Esta es, en breves palabras, la historia del Dror Hejalutz Hatzair, primeros
jalones del Movimiento, que a pesar de las adversidades a las que tuvo que hacer frente, tuvo una trayectoria digna, límpida y valiente en pos de sus ideales.
Es buena la fusion (Dror y Hejalutz Hatzair)
Alza de la bandera en campamento de verano - 1950
Gimnasia matutina en el campamento
Paseo por la Naturaleza
Grupo de javerim de La Plata
Paseo organizado
Seminario Latino-Americano - Febrero-Marzo 1951
Descanso entre las conferencias.
Expresion de la union de los Movimientos - Casamientos mixtos
Paseo por Parque Centenario
En una fila - adelante...
Grupo de javerim - Mayo 1951
Grupo de javerim en un casamiento - 1951
En la hajshara de Argentina
Garin Alia conjunto de los Movimientos Dror y Hejalutz Hatzair
Kibutz Kisufim - Primeros tiempos...