Dr. José Itzigshon frente a la Embajada de Argentina en Israel - Sept. 2006.
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Jerusalén, Noviembre 20 de 2004.
El Dr. José A. Itzigsohn responde a Saramago.
Mi nombre es José Alberto Itzigsohn. Soy psiquiatra y psicólogo.
En el pasado fui director de la carrera de Psicología en la
Universidad de Buenos Aires y profesor invitado a los cursos
de doctorado de la Universidad Pontificia de Salamanca.
En la actualidad resido en Jerusalén donde presido la Asociación
de trabajadores de salud mental de lengua hispana de Israel.
Me han causado gran preocupación algunos aspectos del articulo
de José Saramago:
De las piedras de David a los tanques de Goliat lo que me
ha motivado a escribir la carta abierta a Saramago que les adjunto
a continuación:
Carta Abierta a José Saramago
De mi mayor estima.
Soy psiquiatra y resido en Jerusalén. He leído su artículo De las
piedras de David a los tanques de Goliat, algunos de cuyos aspectos
me han causado gran preocupación y me han motivado para
escribirle en forma pública.
Ante todo quiero decirle que soy integrante activo de movimientos
pacifistas israelíes y que he luchado por los derechos humanos
desde mi juventud y por esa razón, coincido con su preocupación
y su dolor por los sufrimientos del pueblo palestino y también,
con su condena de los ataques contra la población civil israelí,
de cuyos efectos soy testigo muy cercano por vivir en este medio
y por mi profesión.
Mi preocupación por su carta no parte pues de su apoyo a los
derechos del pueblo palestino, sino de algunos argumentos utilizados
en ella que, a mi parecer, se prestan a una lectura inadecuada.
Ud. nos dice que ¨ acabar con los palestinos para después negociar
con los que quedan es, con ligeras variaciones, meramente tácticas,
la política israelí desde 1948. Aquí mezcla Ud. todos los gobiernos
israelíes, incluidos el de Rabin y el de Sharon en una misma cazuela,
Sr. Saramago, que revoltijo de carne con madera.
Mas adelante Ud. nos habla de los sueños expansionistas
contaminados con la monstruosa y arraigada certeza
de que en este mundo.......existe un pueblo elegido por Dios.
Cualquier lector puede creer que esta idea de la elección divina,
que corresponde a una etapa determinada de la evolución del
pensamiento religioso es compartida por todos los judíos.
Esto no es cierto. La mayoría de los judíos del mundo,
incluidos los de Israel, son laicos o pertenecen a corrientes religiosas
que interpretan la elección como un conjunto de obligaciones,
y no como un privilegio que pueda justificar una conducta agresiva
para con los demás. Ud. sostiene que de ese sentimiento de elección
se deriva un racismo agresivo, psicológica y patológicamente
exclusivista. No escatima Ud. adjetivos cuando se refiere a judíos, Sr
.
Saramago.
Mas adelante se refiere Ud. al Deuteronomio donde esta escrito como
palabra de Dios "Mios son la venganza y el pago". Frase terrible que
corresponde a un momento inicial del pensamiento religioso judío,
pero sepa Ud. que en el mismo Deuteronomio hay atisbos de
humanidad que no se han cumplido todavía y que después de él
vinieron profetas como Isaías, los tan vilipendiados fariseos con su
visión más tolerante y las múltiples generaciones de estudiosos,
a quienes los judíos designan colectivamente como nuestros sabios,
bendita sea su memoria, que trataron de ajustar los preceptos
iniciales a la realidad de un mundo cambiante y complejo.
La religión judía de hoy no es la misma que la de la época tribal
como Ud. lo insinúa y como lo ha sostenido la tradición
preconciliar, que separaba, en forma tajante, a un mundo judío
exclusivista, materialista y tribal, del pensamiento cristiano
que habría de venir mas adelante.
Bueno es saber que las religiones que tienen una larga historia
como el judaísmo, el cristianismo y el Islam,
reflejan momentos históricos distintos y concepciones cambiantes.
Cualquier gobernante o grupo de poder puede elegir dentro de
ellas los elementos que convengan a su política,
pero eso no implica a toda una cultura y a las personas
que participan de ella.
Ud. pretende que en este mundo catastrófico y absurdo como Ud.
lo denomina con razón, los judíos olvidemos nuestras heridas
y bajemos la guardia, tal vez para acogernos a los beneficios
de la globalización o de las utopías de turno y no arañemos sin
cesar nuestras heridas. Sepa Ud. que eso no nos hace falta
porque otros se encargan permanentemente de hacerlo:
el stalinismo, el neonazismo, la propaganda de algunos
países árabes que utiliza los Protocolos de los Sabios de Sión
como si fuese una verdad comprobada y paro de contar.
En otro momento Ud. se pregunta en relación a los judíos,
si el haber sufrido tanto no sería el mejor motivo
para no hacer sufrir a los demás. Extraño pensamiento es este
que sin embargo se ha transformado en un lugar común,
según el cual, el sufrimiento debiera hacer mejor a un pueblo.
Tal vez si a algunos individuos pero no a un pueblo en su conjunto.
Por el contrario, los sufrimientos inauditos, aún sin llegar al
extremo de Auschwitz, las humillaciones reiteradas, <2FFONT>
hacen a un pueblo más receloso, mas convencido que no tiene
nada que esperar del mundo y que solo puede confiar en si mismo.
Algunos políticos pueden explotar ese sufrimiento como bandera
y para justificar sus propias acciones, pero el sentimiento en el
pueblo es mucho mas profundo que esa utilización.
Ud. ha comparado al sufrimiento de los palestinos con el
sufrimiento de los judíos en Auschwitz, lo cual evidentemente no
es cierto, pero por otra parte el sufrimiento de un pueblo no tiene
que ser igual al de Auschwitzpara ser profundo y para ser tomado
en cuenta.
Cada pueblo tiene su Auschwitzreal o simbólico al cual referirse y
el sufrimiento es todos los casos no es un material mensurable y
divisible; es total.
Sr. Saramago, si extraemos el hilo conductor de sus declaraciones
y para ello no hace falta la técnica psicoanalítica ni el escalpelo
escolástico o talmúdico, encontraríamos lo siguiente:
Existiría un colectivo de hombres separados, los judíos,
que serian exclusivistas y tendrían ideas religiosas primitivas y
una moralidad arcaica y que habrían creado en Estado
políticamente inmoral y que para colmo, usarían colectivamente
sus sufrimientos para ignorar los de otros. En resumen:
una comunidad perversa.
Sr. Saramago, yo he sostenido y sigo sosteniendo en Israel
contra viento y marea, que es posible ser solidario con el pueblo
palestino y criticar actitudes concretas de gobiernos israelíes
específicos sin ser para nada antisemita. No empleo un terror
ideológico utilizando a Auschwitz contra nadie, pero Ud., en
el artículo concreto que estoy analizando, se hace vector de
una mezcla intolerable de prejuicios de viejo y nuevo cuño
contra el pueblo judío, la religión judía y el Estado de Israel
en su conjunto
Atentamente
José Alberto Itzigsohn