Un articulo en que van unas palabras profeticas.
Profecía literaria
Por Sebastián Kleiman
No son pocas las obras de ficción que, de una u otra forma, anticiparon lo que habría de ser la realidad en el futuro. Por lo general, se tratan de piezas de ciencia ficción, en donde se describen artefactos, sorprendentes para la época en que fueron redactados, que con el correr de los años terminaron por parecernos naturales. En 20000 leguas de viaje submarino, Julio Verne prefiguró los modernos submarinos; en La Invención de Morel, sin ir más lejos, el argentino Bioy Casares concibió una máquina que inauguró la holografía. Tampoco son ralas las novelas que presagiaron el futuro de la política. En 1984, Orwell vaticinó un futuro en donde todos los individuos estarían sometidos a una atenta vigilancia del Estado, circunstancia que hoy en día, en virtud de los atentados de Londres, el gobierno británico de Tony Blair parece estar llevando a la práctica con ayuda de una infinidad de cámaras de circuito cerrado. De igual manera, también el conflicto del Medio Oriente tiene su profecía literaria: en La Tercera Condición, novela ambientada en Jerusalén, Amos Oz incluye un diálogo entre Fima, el protagonista del libro, y el taxista que lo conduce por la ciudad, que un lector ingenuo, que no supiera que fue escrito a principios de la década del 90, podría interpretar como diálogo reciente, entablado en las vísperas del inminente plan de desconexión. A continuación transcribo un fragmento de este diálogo profético, el subrayado es mío.
La Tercera Condición (Fragmento)
por Amos Oz.
- Muy bien, pues –dijo el conductor-, pero recuerde que usted lo ha querido. Verá, mi opinión es ésta: para una paz real, lo que se llama real, con seguridades y garantías y amplios salvoconductos, para una paz como ésa yo, personalmente, les daría todos los Territorios excepto el Muro de los Lamentos, e incluso les daría las gracias por quitarme del culo Ramallah y Gaza. Desde que aquella carga de mierda aterrizó aquí en el 67, el Estado se está desintegrando. Han sem! brado la ruina entre nosotros. Bueno, ¿qué le parece? ¿Le he puesto nervioso? ¿Va a empezar a vomitarme citas de la Biblia?
Fima tenía dificultad en contener sus sentimientos:
- ¿Y cómo, si puedo preguntárselo, ha llegado a esta conclusión?
- Al final –dijo el taxista en tono cansado- todo el mundo llegará a ella. Quizás solo después de que perdamos y hayan muertos unos cuantos miles más. No hay otro camino, señor. Los árabes no se evaporarán, y nosotros tampoco, y somos tan capaces de vivir juntos como un gato y un ratón. Esto es la vida real y también es justo. Está escrito en la Torá que si dos clientes tienen asido un tallit y ambos gritan que es suyo, se cogen unas tijeras y se corta por la mitad.! Esto lo decidió el propio Moisés y puede estar seguro de que no era ningún idiota. Es mejor cortar el tallit que seguir cortando bebés. ¿Qué calle me ha dicho?
- ¡Bien hecho! –exclamó Fima.
- ¿Qué quiere decir con “bien hecho”? ¿Qué significa? ¿Por quién me toma, por un gato que ha aprendido a volar? Si diera la casualidad de que tuviera la misma opinión, yo no le diría “bien hecho” solo por eso. Lo que le diré, y escúcheme bien, es que sólo hay un hombre en este país lo bastante fuerte para cortar ese tallit por la mitad sin cortarse él mismo por la mitad, y es Arik Sharón. Nadie más puede hacerlo. Le escucharán.
- ¿Pese al hecho de tener las manos manchadas de sangre?
- No a pesar del hecho, sino a causa de él. Ante todo, no es él solo quien tiene las manos manchadas de sangre, es todo el Estado. Usted y yo también. No se lo endose todo a él. Aparte de que no tengo remordimientos de conciencia por el derramamiento de sangre. Tristeza sí, pero no vergenza. Eso es para los árabes, no para nosotros. Nosotros no queríamos derramar sangre. Los ár! abes nos obligaron. Desde el mismo principio. Por nuestra parte nunca quisimos iniciar la violencia. Incluso Menahem Begin, un orgullosos patriota donde los haya, en cuanto Sadat vino a la Knesset a decir que lo sentía, le dio lo que deseaba mientras se detuviera el derramamiento de sangre. Si Arafat viniera a la Knesset a decir que lo siente, también recibiría algo. ¿Así, qué? Dejemos que Arik vaya y haga un trato, de gángster a gángster. ¿Cree usted que algún corazón herido como Yosi Sarid u otro va a negociar con esa basura de Arafat? Los árabes harían picadillo a Yossi Sarid y después alguien de nuestro bando le metería un kilo de plomo en la barriga y la cosa acabaría así. Lo mejor es que Arik sea el que corte. Siempre que deba negociar con una bestia bruta, contrate a un cazador para el trabajo, no a una bailarina de danzas sensuales.