LA MUSICA JUDIA ! Algo interesante !
La música judía antigua parece haber sido utilizada principalmente para el
culto público, pero también en ocasiones, casi rituales, como coronaciones y
celebraciones. De hecho, tal como indican muchos pasajes del Antiguo Testamento,
sería difícil para los judíos imaginar una ocasión de alegría en la que no
estuviera presente la música.
Instrumentos
Los antiguos judíos utilizaban varios instrumentos de cuerda, el más
característico era el kinor o lira. Se trataba, según la tradición, del instrumento
del rey David. Otros instrumentos de cuerda eran el nevel o arpa, y el asor o
cítara. Los instrumentos como el ugab o tubo de lengeta, y el jalil u oboe, que
poseían connotaciones orgiásticas en Israel y en Grecia, fueron objeto de
desaprobación por parte de los sacerdotes. La jatzotzrá o trompeta y el shofar o
cuerno de carnero, eran instrumentos rituales utilizados en el templo y en
conexión con la monarquía. Este último aún desempeña un papel destacado en los
ritos judíos. Entre los instrumentos de percusión se encuentran el tof (un
tambor de marco tipo pandereta tocado por mujeres), el pa'amón, la campana o
cencerro, y los metziltayim o platillos.
Las melodías utilizadas en la liturgia son tanto de carácter tetracordal
(basadas en escalas de cuatro notas) como modal. Los textos litúrgicos eran
entonados por los sacerdotes, mientras una orquesta de músicos profesionales
acompañaba a éstos con versiones ornamentadas de las melodías cantadas. El canto de
la congregación también era antifonal: los sacerdotes o un conjunto coral
calificado cantaban una parte y la congregación otra. El ritmo solía ajustarse a
los acentos de las sílabas de las palabras.
La música de la sinagoga
Después de la diáspora y la posterior destrucción del Templo a manos de los
romanos en el año 70 d.C., la sinagoga adquirió una importancia cada vez mayor.
La práctica litúrgica de la cantilena (el canto de las Escrituras), que
remonta su origen al siglo V a.C., y que interpretaban músicos-sacerdotes, se
convirtió en obligación de una sola casta de la congregación alrededor del siglo I
d.C. A partir de entonces se prohibió cualquier tipo de acompañamiento con
instrumentos musicales. La congregación masculina al completo cantaba los
responsos, en cualquier sitio que se requiriera el servicio. La práctica de la
cantilena y el deseo de que se interpretara de manera correcta dio lugar a un
incipiente sistema de notación durante el siglo V d.C. y a la conservación de cantos
antiguos en determinados grupos, como el de los judíos yemenitas. La
investigación del canto yemenita y babilónico demostró que el canto cristiano tiene
una gran deuda con el antiguo modelo judío.
Sin embargo, se desarrollaron nuevas formas, y dichos himnos y modos de
oración posbíblicos (muchos de ellos basados en sistemas métricos y rítmicos
árabes) crearon la necesidad de contar con músicos profesionales. Por consiguiente,
a principios de la edad media se instauró el oficio del jazán o cantor
litúrgico.
Al principio, la obligación fundamental del cantor era hacerse cargo de la
parte más complicada de la liturgia. No obstante, alrededor del siglo VIII, los
cantores comenzaron a improvisar en sus interpretaciones. Después de muchos
siglos, esta práctica (que cada vez incluía más elementos de canciones no judías
así como melodías de himnos católicos romanos y protestantes) se tradujo en
unas melodías de canto litúrgico extremadamente elaboradas, muy alejadas de los
modos de oración originales de la antigedad.
En el siglo XVI, los extáticos nigunim o himnos sin palabras, de los
seguidores de la esotérica y mística cábala y de sus descendientes espirituales, los
hasídicos de los siglos XVIII y XIX, heredaron el estilo del canto litúrgico
ornamental. Inspirados originariamente en doctrinas religiosas que acentuaban
una vocalización espontánea y una expresividad emotiva de las palabras de la
oración, fueron degenerando como resultado de los repetidos intentos, frecuentes
e inapropiados, de mezclar las melodías judías con la música artística
europea. Sin embargo, las canciones y danzas hasídicas revisten un gran interés.
A partir del siglo XV, en los guetos de Europa oriental había grupos de
músicos folklóricos (klezmerim) que tocaban música escrita en partituras, y que la
interpretaban en los servicios de la sinagoga así como en las festividades
profanas. Ocasionalmente, han actuado ante un público cristiano, convirtiendo la
música en medio de intercambio cultural. El estilo klezmer renació en la
década de 1980, gracias a músicos aficionados que interpretan música popular y
folclórica con varios instrumentos.
El movimiento reformista
Los intentos de reformar la liturgia datan del siglo XIX. La figura principal
de la reforma fue Salomón Sulzer, que era el cantor litúrgico principal de la
comunidad judía de Viena y un compositor de buena formación. Sulzer reconoció
el carácter oriental de la música judía y se esforzó por elaborar un servicio
litúrgico disciplinado que incorporase esta tradición de una manera aceptable
para la comunidad judía occidentalizada.
Durante el siglo XX, varios compositores, entre ellos el suizo-estadounidense
Ernest Bloch y el francés Darius Milhaud, crearon unos arreglos orquestales y
corales para los servicios de la sinagoga. Otros compositores, como el
norteamericano Leonard Bernstein en su sinfonía Kaddish (1961-1963), incorporaron
las melodías judías de rezo hogareñas a sus músicas. Steve Reich ha combinado
los procedimientos del minimalismo con un idioma melódico lleno de ecos de
música folklórica judía en Tehilim (1981), una composición basada en tres salmos.
Por el contrario, otros compositores se han dedicado a tratar el tema judío con
un lenguaje musical completamente occidental, como Arnold Schצnberg en la
ópera Moses und Aron (1930-1932) y Aaron Copland en su trío para piano Vitebsk
(1927).
En Israel, las canciones folclóricas espirituales del judaísmo oriental, que
contienen reminiscencias de la música árabe, han comenzado a fusionarse con
ella y con las canciones de los judíos europeos. Gran parte de la música
original israelí reunifica los elementos orientales tradicionales con los de la
música occidental contemporánea.