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Carta a los Palestinos de Gaza - Abraham B. Yehoshua.

Carta a los palestinos de Gaza

 

Por ABRAHAM B. YEHOSHUA  - 14/8/2005

 

En vistas de la desconexión de la franja de Gaza, el equipo de

Redacción de la revista israelí Eretz Aheret decidió incluir un

anexo especial destinado a cartas personales de israelíes a

palestinos de Gaza.

 

A mí me invitaron a participar en él y he querido que la carta que
ahí se
publica también la puedan leer los lectores de La Vanguardia.

 

Carta de Yeoshua:

En el mundo y puede que también entre nosotros a la gente le

cuesta entender por qué el conflicto entre judíos y palestinos que

empezó hace ya más de ciento veinte años todavía sigue bullendo y

bullendo sin que se vea su fin. ¿Por qué, a pesar de los esfuerzos

internacionales en el ámbito de la política y la diplomacia de las

grandes potencias y la Unión Europea, el conflicto entre palestinos

e israelíes continúa? ¿Cuál es la malévola raíz que alimenta este

conflicto una y otra vez? Incluso cuando parecía que su fin estaba

próximo ya que se había hallado una fórmula que llevaba a la

conciliación (como el caso de los acuerdos de Oslo en 1993 o en

Camp David en el 2000) y cuando la comunidad internacional se

felicitaba por el cercano final del conflicto y, junto a las promesas

de brindar un generoso apoyo político y económico, se otorgaba

a los dirigentes de ambos lados sendos premios Nobel de la Paz,

resulta que resurge el conflicto con fuerza redoblada.

 

Hay varias explicaciones del porqué de la peculiaridad de este

conflicto en comparación con otros muchos surgidos en el siglo XX.

En mi opinión, una de las explicaciones se relaciona con la

peculiaridad única del fenómeno del sionismo, que provoca en

vosotros, los palestinos, una reacción tan fuerte que hasta el día de

hoy cuando vosotros o parte de vosotros estáis dispuestos a asumir

la existencia del Estado de Israel, aún su sionismo, tal y como lo

entendéis, se os presenta como la raíz del mal y creéis que sólo

su desaparición traerá la calma a la zona.

 

El regreso de los judíos a su patria histórica tras dos mil años de

estar dispersos por el mundo constituye un caso excepcional sin

precedentes en la historia de la humanidad. Hasta ahora no se puede

hallar un ejemplo paralelo al fenómeno histórico del regreso tan tardío

de un pueblo a su patria histórica. Y por tanto, también vosotros, los

palestinos, enfrentándoos a un hecho excepcional y único como éste,

vivís una experiencia histórica y humana a la que ningún pueblo se ha

enfrentado hasta el día de hoy. De manera que tanto vosotros como

nosotros podemos, en medio de este sangriento conflicto que no nos

deja ni un momento, vanagloriarnos al menos de una cosa: de la

peculiaridad y originalidad del conflicto en el que estamos inmersos.

 

Nosotros siempre buscamos que se otorgara legitimidad al hecho del

sionismo, el retorno a Sión, tanto entre las grandes potencias que

dominaban la región como entre el mundo árabe que nos rodeaba.

No obstante, cuando se trataba de que vosotros nos otorgaseis

legitimidad, vosotros, los palestinos, los afectados directamente en

la cuestión, sabíamos en el fondo de nuestro corazón que no la

recibiríamos. Por consiguiente, y sin abandonar la opción del diálogo

con vosotros y el mundo árabe ni dejar de esforzarse por lograr el

reconocimiento de la legitimidad del sionismo y de la existencia de

Israel, se inició una vía que llevaba a realizar una serie de acciones

unilaterales, sobre todo en el plano de los asentamientos, con la

creencia de que al final la propia realidad de los hechos os haría

poco a poco ir aceptando nuestra legitimidad.

 

Y así desde hace ya ciento veinte años nosotros, mediante luchas

declaradas u ocultas, hemos estado royendo vuestra tierra para

construir hechos irreversibles. Pero tras la guerra de los Seis Días,

ese roer que supuso la construcción de asentamientos en los

territorios ocupados constituyó un acto gratuito y sin justificación

alguna, ya que hasta ahora hay abundantes zonas vacías sin poblar

en Israel y desde el punto de vista demográfico no había personas

sin hogar que necesitasen nuevos terrenos en los que establecerse.

Tampoco había razones de seguridad puesto que para desarmar y

enfrentarse a cualquier ejército no era necesario levantar ningún

asentamiento civil en los territorios ocupados. Bastaba con tener

allí presencia militar hasta que vosotros y los demás países árabes

aceptaseis nuestra existencia. 

 

Por eso el hecho de que nosotros estableciéramos asentamientos

en los territorios ha sido la herida más cruel y dolorosa que Israel

os haya causado a vosotros, los palestinos. Al lado de campos de

refugiados de cientos de miles de personas que abandonaron o

fueron expulsados de sus casas en la guerra de 1948, llegamos

allí tras la guerra de los Seis Días y expropiamos de forma

unilateral tierras y reservas de agua, y establecimos con un gran

presupuesto modernas colonias para gente a la que no faltaba

casa en Israel.

 

La inevitable acción unilateral, fruto de una gran tragedia, que

emprendieron refugiados judíos a lo largo del siglo XX y por la

que pedían un pedazo de tierra donde establecerse

soberanamente y así poder defenderse del ataque antisemita

pasa de este modo a ser completamente ilegítima después de

la guerra de los Seis Días. Y por ese motivo solamente una

acción unilateral en el sentido contrario podrá reparar la acción

unilateral anterior.

 

Muchos de los que se oponen a la desconexión de la franja

de Gaza argumentan que, si esta retirada se produjese dentro

del marco de un acuerdo con los palestinos, les sería más fácil

aceptarla. El carácter unilateral de una retirada sin nada a

cambio es lo que los enfurece y hace dudar. Ven en esa retirada

unilateral una acción derrotista, y temen que este acto os anime

a vosotros, los palestinos, a continuar con la lucha para que nos

retiremos de los territorios sin contrapartida alguna.

 

En cambio, en mi opinión, se trata de una cuestión de justicia:

un acto arbitrario y unilateral queda anulado por un acto también

unilateral pero en la dirección opuesta. Eso fue lo que ocurrió

en Líbano. Y de hecho la calma reina en la frontera en el sur de

Líbano desde hace ya cinco años.

 

Por tanto, la retirada unilateral de Gaza debe entenderse no

sólo como un triunfo de vuestra capacidad de resistencia, sino

también como un acto ético que viene a reparar un error nuestro.

Así que, si bien no estamos hablando de una desconexión que

conduzca a la paz, sí puede servir para empezar a llevar una

forma de vida más razonable unos junto a otros. Tal y como

están las cosas entre nosotros y especialmente dada la profunda

desconfianza que recíprocamente sentimos, por desgracia puede

ocurrir que a corto plazo no podamos encontrar una fórmula sensata

que resuelva el conflicto que nos enfrenta. Pero, con todo,

tenemos la posibilidad de hallar una vía intermedia que nos permita

vivir y no morir, construir y no destruir.

 

Por ello, vuestra reacción a la retirada unilateral será la clave

para saber si se puede empezar a romper la ola de violencia.

Si vosotros, los palestinos de Gaza, consideráis la retirada no

como una derrota de Israel, sino la reparación de un error y

optáis por la senda del desarrollo y cesáis de disparar contra

asentamientos israelíes al otro lado de la frontera de 1967

(que es la frontera acordada), tal vez la idea de la desconexión

unilateral entrará en la cabeza de los muchos que ahora se

oponen a ella y la verán como una acción acertada. Pero si

iniciáis una oleada de violencia, haréis que sea imposible que

en el futuro se lleve a cabo una nueva retirada.

 

Nosotros, como veis, estamos yendo por un camino muy difícil

que nos lleva a estar al borde de una guerra civil, pero estamos

decididos a materializar la desconexión unilateral. Ahora llega

vuestro turno, ahora debéis demostrarnos si la guerra entre

vosotros y nosotros se debe a la ocupación y los asentamientos

de colonos o a que no aceptáis la existencia del Estado de Israel.

Ahora la responsabilidad recae sobre vosotros. Así pues

invocamos a todas aquellas fuerzas sensatas entre vosotros a

tomar el liderazgo y optar por el camino de la paz con el fin de

sacar a la franja de Gaza y el norte de Samaria del círculo

sangriento de la violencia.  

 

ABRAHAM B. YEHOSHUA,

escritor israelí, inspirador del movimiento Paz Ahora.

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