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El 27 de enero de 1945 tropas soviéticas llegaron al campo de exterminio de Auschwitz
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"Jamás han estado de moda desde que Dios los abandonó". Esa es la primera oración de "Memoire sur les Juifs", escrita por el príncipe de Ligne, el del legendario ingenio, en 1801, y al leerla resulta difícil....
Hagamos juntos un pequeño ejercicio de memoria. ¿Recuerda Ud. cuántas instituciones educativas de la Red Escolar Judía cerraron sus puertas en curso de los últimos años?.......
Hasta 1879, el odio hacia los judíos no tenía siquiera un nombre especial. Ese año un tal Wilhelm Marr acuñó el término "antisemitismo" a fin de quitarle al fenómeno de toda connotación religiosa. El panfleto escrito por Marr que se llamaba "La victoria del judaísmo sobre el germanismo considerada desde un punto de vista no-religioso", proponía.....
NADIE QUE HAYA ESCRITO EN LENGUA HEBREA HA ALCANZADO SU FAMA. ES EL AUTOR ISRAELI MAS INTERNACIONAL, Y HA SIDO GALARDONADO ESTA SEMANA CON EL PREMIO PRINCIPE DE ASTURIAS DE LAS LETRAS. DE CAMINO HACIA BRASIL, HA HECHO UN HUECO PARA RECIBIR A EL MUNDO EN LONDRES
Borges llegó a afirmar, parafraseando a Paul Valéry (1871-1945), que la Historia de la literatura podría escribirse sin mencionar a un solo autor; debería ser la Historia del Espíritu como productor y consumidor de literatura.....
Alguna vez he escrito que el objetivo estratégico del terrorismo no es, en primera instancia, matar mucho, sino matar mucho para poder socializar el terror. A partir del momento en que el miedo se instala en el seno de una sociedad democrática,.......
La Argentina sufre el triste privilegio de ser el primer país del continente americano víctima del terrorismo suicida. Diez años antes del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, hicieron volar la embajada de Israel en Buenos Aires.....

Israel en la Argentina - Por Alfredo Palacios - El Alba - Moisesville - 1924.

Son los mismos socialistas de antes que los de ahora ?

 

 

Israel en la Argentina

de Alfredo Palacios

 

 

Toda la noche había soñado con ese pedazo de Palestina transportado a la República donde miles de judíos, tenaces, obstinados, como todos los de su raza, labraban la tierra y eran libres.

Al rayar el alba, monté a caballo; entré en el ancho camino bordeado de árboles que une Palacios a Moisesville, y dos horas después divisaba el caserío entre la arboleda frondosa que daba un aspecto simpático al pueblo israelita.

Era una mañana alegre y llena de sol.

Pasaron a mi lado ancianos venerables, de largas barbas blancas, vestidos con trajes negros graves y severos, llevando debajo del brazo el ritual de las oraciones, camino de la sinagoga.

Los rostros enérgicos con rasgos bien acentuados; las narices aguileñas exteriorizaban una pasión indomable, características de una raza que perdura y que alguien ha comparado con un amianto que ningún fuego de amor y de odio puede consumir. Los ojos eran profundos; estaban llenos de luz, pero de luz de incendio: parecía el fuego heredado de los macabeos. ¿Soñaban acaso, esos ancianos, con la sagrada montaña de Jerusalén? ¿Creían posible reconstruir a Sión, donde los hijos de su raza matarían el erial para que de nuevo fuera la "tierra de trigo y cebada, de vides e higueras y ganados, tierras de olivos, de aceites y de miel" que exalta el Deuteronomio?

 

Experimenté una emoción intensa. Estos judíos que pasaban a mi lado, que respiraban a pulmón lleno en la pampa inmensa, eran iguales a los que hace muchos siglos vivían amurallados en las ciudades de Judá. Perseguidos por todos los pueblos, vejados, humillados, mordidos por todas las jaurías antes de llegar a este suelo, se habían encerrado en el gueto, convencidos de la superioridad de su raza, y habían supervivido con la misma pasión, con el mismo fuego, con el mismo ideal que orientaba su vida.

Acaso ese ideal se transformaría en sus hijos, al pisar por primera vez tierra de libertad.

La santa luz del sol que eleva la presión de la sangre y alegra nuestro espíritu inundaba Moisesville.

Un joven israelita me llevó a su casa donde reinaba un ambiente de placidez encantadora. Toda la familia rodeaba la mesa. Cuando entré, recitaban la oración de la mañana que terminaba parodiando aquella que pronunciaban sus abuelos en la cautividad de Babilonia: "¡Que nuestros trigos y los trigos de nuestros enemigos no conozcan los malos inviernos!"

Una moza fuerte de ojos grandes y hermosos leyó en español, pero con marcado acento ruso, en las páginas de la Historia de los judíos, el relato de las persecuciones de que fue objeto su pueblo.

Y terminó así: Cerca de uno de los arcos de London Bridge, bajo del cual camina silenciosamente la corriente hacia el mar, hay un sitio donde las aguas se arremolinan con extraña agitación. Allí, dice la leyenda, en días pasados y terribles, fueron arrojados varios judíos y se ahogaron.

Algunos creían y aún creen hoy que el ruido y remolino de aquellas aguas proceden de los gritos desesperados de las víctimas. Como si esa corriente de agonía que ayudó a ocultar el crimen horrible tuviera conciencia propia y remordimiento a través de los siglos, por haber sido cómplice de la maldad, descubre la tortura secreta que vi martirizándole hasta hoy...

Y la joven, con sus grandes ojos que tenían un marcado tinte de tristeza - tristeza heredada, la honda melancolía de la raza dispersa, que dijera Tácito - , miró por la ventana el inmensurable campo fecundo, donde sus hermanos, llegados de la tierra de opresión, arrastraban libres el arado, y pensó quizás que se había terminado para ellos el desprecio, la burla, que durante veinte siglos persiguiera su raza.

 

(Del semanario El Alba, Moisesville, 1924)

 

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La personalidad del dirigente socialista Alfredo Palacios (1879-1966) es ampliamente conocida por su labor política. El primer diputado socialista de América fue un luchador incansable y pragmático que dignificó a la clase obrera argentina a través de una insobornable actividad pública en defensa de lo que consideraba causas justas y éticas.

Una mañana del otoño de 1924 el joven Palacios llegó de visita a Moisesville, donde los perseguidos por el terror zarista encontraron esa "tierra de leche y miel" que buscaban en sus profecías bíblicas.

En el relato de Palacios, junto a una prosa elocuente y de exquisita sensibilidad, llama también la atención su conocimiento de la historia y la problemática del pueblo judío y su profecía sobre el cumplimiento del sueño de Theodor Herzl: el reencuentro del judío con la tierra en la Patria Bíblica.

 

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