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Una parte del ser humano murió en los Campos de Auschwitz - Ent. a Manuel Reyes Mate - 26-05-06.

Una parte del ser humano murió en los Campos de Auschwitz

Mano a Mano: Manuel Reyes Mate habla de las consecuencias del Holocausto.El filósofo español, uno de los principales pensadores europeos sobre la matanza de judíos a manos de los nazis, cree que el Viejo Continente no ha aprendido nada de su pasado y, por eso, el genocidio se ha repetido. "Seguimos enganchados a la misma lógica letal. Deberíamos pensar el papel que jugó entonces y juega ahora el mito del progreso.

La Segunda Guerra Mundial no ha terminado. Es cierto que ya la sombra de las esvásticas no se cierne sobre Europa, y tampoco quedan judíos en los campos de concentración. Pero la batalla central, la lucha entre las fuerzas del olvido y las de la memoria, sigue en pie.

El filósofo español Manuel Reyes Mate, destacado estudioso del Holocausto judío a manos de los nazis, llegó ayer a Caracas para participar en los actos con motivo de los 60 años de la entrada de los Aliados en el campo de exterminio de Auschwitz.

Su mensaje es que el mundo, a pesar de la muerte de 6 millones de judíos, aún no ha aprendido la lección. "Había que recordar Auschwitz para que la barbarie no se repitiera. Pero la barbarie ha vuelto a tener lugar", lamentó.

-En la historia de la humanidad han abundado matanzas colectivas y otros episodios sangrientos. ¿En qué se distingue el Holocausto judío?
-Genocidios ha habido muchos antes de Auschwitz. Lo que hace de éste uno singular es que es un proyecto de olvido. No debía quedar ni rastro para que nadie pudiera recordar. Había que exterminar al pueblo judío físicamente y también hermenéuticamente en el sentido de que su muerte no significara nada y de esta suerte la humanidad pudiera liberarse de la contribución cultural del Judaísmo. Ese punto de maldad era desconocido e inimaginable, impensable. Y cuando lo impensable tiene lugar se convierte en lo que da que pensar. Por eso hay un antes y después de Auschwitz, un antes y un después de la historia occidental en función de Auschwitz.

-Qué bases ideológicas o filosóficas, si cabe, tuvo el plan nazi de exterminar a todo un grupo étnico?
-Decía Primo Levi que no se podía comprender Auschwitz en el sentido de que si hablamos de causas que expliquen suficientemente ese horror, lo estaríamos justificando, es decir, habríamos encontrado causas que lo explicarían. No podemos comprender Auschwitz pero, sí, añadía Levi, podemos conocerlo. Y hoy sabemos casi todo de lo que ocurrió sin que consigamos explicarnos por qué ocurrió. Entre lo que nos permite conocer Auschwitz está el antisemitismo histórico, tan viejo como la historia de Occidente, y el no-lugar del judío en la Modernidad. ֹsta creó el mito de la igualdad y eso significaba que no había lugar para la diferencia. Hablo del mito de la igualdad porque esa igualdad no era tal: era la igualdad de un hombre falsamente universal porque en realidad respondía a una forma secularizada del Cristianismo. Por eso nació la "cuestión judía", como expresión del difícil lugar en la modernidad secularizada de quien no viniera del Cristianismo. El judío para ser moderno tenía que dejar de ser judío, tenía que romper con sus raíces, algo que no se pedía al hombre moderno que viniera del Cristianismo.

-En el libro Mein Kampf, Adolfo Hitler describe en términos muy personales el origen de su odio hacia los judíos. ¿Si el líder nazi hubiese odiado a cualquier otro grupo étnico le hubiese sido igual de fácil atacarlos sin que nadie saliera a defenderlos?

-Hanna Arendt cuenta que los nazis, antes de acometer la "solución final", tantearon la reacción de los principales gobiernos ante una posible intensificación de la agresividad antijudía. Sacaron la conclusión de que nadie movería un dedo. Los nazis entendían que ellos hacían el trabajo sucio que beneficiaba a toda Europa. Se habían dado cuenta de que antes de que se procediera al exterminio físico Europa ya los había eliminado metafísicamente, ubicando al judío fuera de la Humanidad o en sus márgenes.

-¿De dónde nace ese antisemitismo europeo que en su momento impulsó a los nazis?
-Viene de muy lejos. El historiador americano Raul Hilber lo resume en tres frases: la primera fue pronunciada por los cristianos que empezaban a ocupar políticamente el imperio romano. Decían: "No podéis vivir entre nosotros como judíos", es decir, tenéis que convertiros si queréis vivir entre nosotros. La segunda es más moderna y reza así: "No podéis vivir entre nosotros", por eso seréis expulsados de nuestros países, también de Sefarad que era como su segunda tierra. Y la tercera la pronunciaron los nazis: "No podéis vivir", por eso debéis morir como pueblo. Nada se oponía tanto a los planes nazis, según Hitler, como el judío inventor de algo tan perverso como la conciencia. Hay una relación entre los tres momentos.

-¿Qué tan preocupante es el hecho de que hoy en día el antisemitismo de vez en cuando asome la cabeza en Europa?
-Europa no ha aprendido nada de su pasado. Falta una cultura del Holocausto. Cuando gente bienpensante y aparentemente nada antisemita dice que "Jenín es Auschwitz" o "Ramala es Varsovia", se deja en evidencia un desconocimiento que es más peligroso que la mala fe. Es más peligroso porque esa ignorancia sirve de coartada para no enfrentarse a la cuota de responsabilidad que nos corresponde en el antisemitismo y en sus catastróficas consecuencias. Se impone una educación en y desde Auschwitz, empezando por la escuela. Que el príncipe Harry de Inglaterra se disfrace de nazi para hacer una gracia, pone de manifiesto que no hemos sabido transmitir a las nuevas generaciones la significación de Auschwitz.

-¿A qué atribuye el hecho de que la comunidad internacional cerrara los ojos a lo que estaba pasando en los campos de concentración y exterminio nazis?
-Para unos lo que estaba ocurriendo no era razón de preocupación porque el judío no significaba mucho. Pero lo más preocupante era la indiferencia de los más: de los vecinos, de los del pueblo, de los amigos o de los colegas. ¿Cómo un ser normal puede ser tan indiferente a la injusticia de un próximo? Arendt ha ahondado en ese fenómeno cuando habla de la banalidad del mal. No es que el crimen sea banal sino que hay una extraña proximidad entre la normalidad y la criminalidad. Cuando determinados mecanismos se activan, el ser normal se hace criminal.

-¿El antisemitismo no tiene fronteras?
-Ni las tuvo ni las tiene. Miremos por ejemplo cómo en Europa se repite el estereotipo del hombre de izquierda que es antijudío y propalestino. Como si defender la justa causa de los palestinos tuviera que significar demonizar al judío. Hay una internacional de la imbecilidad.

-¿En qué se basan las teorías que pretenden negar o minimizar la magnitud del Holocausto judío?
-En la ignorancia o en la ideología. No hay bases para el negacionismo.

-¿Cómo cree que ha quedado marcada la mentalidad europea por un episodio como el Holocausto?
-Cuando se conoció la realidad de los campos, Europa clamó en todos los idiomas "nunca más". El filósofo judío alemán Theodor Adorno expresó ese sentir diciendo que había que recordar Auschwitz para que la barbarie no se repitiera. Pero la barbarie ha vuelto a tener lugar. Yo creo que no se ha sabido hacer memoria, que no es un gesto sentimental, sino algo tan exigente como "reorientar el pensamiento y la acción" para que la barbarie no se repita. Recordar Auschwitz es repensar la idea de verdad, de política, de moral, de belleza.

-¿Y cómo quedó marcado el pueblo judío?
-Elie Wiesel dice que en Auschwitz murió el hombre judío y también el cristiano. Una parte del ser humano murió en los campos. Pasa con el hombre como con la naturaleza: que hay atentados que son irreversibles pues privan al hombre de cualidades que le ha costado siglos en producir. Yo creo que la dificultad que tenemos los hombres actuales para la memoria tiene que ver con la muerte en los campos del pueblo de la memoria.

-¿Cree que en el mundo existen o podrían repetirse las condiciones para una matanza colectiva tan sistematizada como la que se hizo contra los judíos?
-La historia no se repite nunca de la misma manera. Pero lo menos que podemos decir es que el genocidio se ha repetido. Yo creo que no hemos aprendido nada ni olvidado nada. Seguimos enganchados a la misma lógica letal. Deberíamos pensar el papel que jugó entonces y juega ahora el mito del progreso. Detectaríamos paralelos inquietantes.

-Las "limpiezas étnicas" en ֱfrica y la ex Yugoslavia, por ejemplo, son una muestra de que la comunidad internacional no tiene fuerza ni mecanismos para impedir un nuevo Holocausto?
-Seguimos pensando con mentalidad de Estado. No acabamos de entender que la justicia sólo puede ser concebida globalmente. No podemos tratar las desigualdades intraestatales como injusticias y las allende las propias fronteras como accidentes que reclaman algún gesto caritativo pero no una decisión en nombre de la justicia. Hasta que no aprendamos a pensar globalmente no podremos construir organismos transnacionales que velen eficazmente por los derechos humanos.
Entre víctimas y victimarios

Manuel Reyes Mate lleva más de 30 años reflexionando sobre las víctimas, los victimarios y los episodios más oscuros de la historia humana. Es profesor del Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, donde dirige el proyecto "El Judaísmo, tradición oculta de Occidente" y es el investigador principal del tema "La filosofía después del Holocausto". Realizó sus estudios en París, Roma, Mnster in Westfallen y Madrid, y pertenece al Consejo Científico del Colegio Internacional de Filosofía de Francia. Entre 1990 y 1998 dirigió el Instituto de Filosofía del CSIS y es colaborador habitual en las páginas de opinión del diario español El País. Reyes Mate es autor de libros reconocidos como Memoria de Occidente, Heidegger y el judaísmo, La razón de los vencidos y, más recientemente, Memoria de Auschwitz y Por los campos de exterminio.

Martes, 25 de abril del 2006

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