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El 27 de enero de 1945 tropas soviéticas llegaron al campo de exterminio de Auschwitz
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"Jamás han estado de moda desde que Dios los abandonó". Esa es la primera oración de "Memoire sur les Juifs", escrita por el príncipe de Ligne, el del legendario ingenio, en 1801, y al leerla resulta difícil....
Hagamos juntos un pequeño ejercicio de memoria. ¿Recuerda Ud. cuántas instituciones educativas de la Red Escolar Judía cerraron sus puertas en curso de los últimos años?.......
Hasta 1879, el odio hacia los judíos no tenía siquiera un nombre especial. Ese año un tal Wilhelm Marr acuñó el término "antisemitismo" a fin de quitarle al fenómeno de toda connotación religiosa. El panfleto escrito por Marr que se llamaba "La victoria del judaísmo sobre el germanismo considerada desde un punto de vista no-religioso", proponía.....
NADIE QUE HAYA ESCRITO EN LENGUA HEBREA HA ALCANZADO SU FAMA. ES EL AUTOR ISRAELI MAS INTERNACIONAL, Y HA SIDO GALARDONADO ESTA SEMANA CON EL PREMIO PRINCIPE DE ASTURIAS DE LAS LETRAS. DE CAMINO HACIA BRASIL, HA HECHO UN HUECO PARA RECIBIR A EL MUNDO EN LONDRES
Borges llegó a afirmar, parafraseando a Paul Valéry (1871-1945), que la Historia de la literatura podría escribirse sin mencionar a un solo autor; debería ser la Historia del Espíritu como productor y consumidor de literatura.....
Alguna vez he escrito que el objetivo estratégico del terrorismo no es, en primera instancia, matar mucho, sino matar mucho para poder socializar el terror. A partir del momento en que el miedo se instala en el seno de una sociedad democrática,.......
La Argentina sufre el triste privilegio de ser el primer país del continente americano víctima del terrorismo suicida. Diez años antes del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, hicieron volar la embajada de Israel en Buenos Aires.....

El nazismo, bajo la mirada de los diarios argentinos

 

El nazismo, bajo la mirada de los diarios argentinos.

Investigación:

Cuento judío “Dos pobres judíos muertos de hambre andan a lo largo del Danubio, buscando modo, primero de comer; después, de hacer fortuna. De repente, el primero, enseñándole al otro algo que éste trata de ver, le dice: - Hola, mira, estamos casi salvados. - ¿Cómo? - Lee lo que dice este letrero. -Ya sabes que no se leer - Pues dice: “se recompensará con cien libras al que salve a un ahogado”. Tu te tiras al agua, yo te salvo, yo cobro el dinero y nos lo repartimos. El infeliz se arroja al agua. - Socorro, socorro, que me ahogo. - ¿Pero no lees lo que está escrito en el otro cartel? - ¿Qué es?, dímelo en seguida. - Se recompensará con mil libras al que recoja el cuerpo de un ahogado.”

Este chiste, publicado por el diario La Razón el 18 de mayo de 1936, es tan sólo un ejemplo de la forma de ver la "cuestión judía" que tenían algunos medios en la Argentina en los años ´30. Así está documentado –junto con otros tantos hallazgos- en la investigación "Los medios gráficos argentinos durante el nazismo", que desarrollamos para el Centro de Estudios Sociales (CES) de la DAIA y que está recolectando alrededor de 30.000 artículos publicados entre 1933 y 1945.

Los medios nunca son ajenos al espíritu de época, y esta no es la excepción. Eran los tiempos de la llamada "década infame" en la Argentina –con su pseudodemocracia fraudulenta-, de la vigencia de los regímenes nazi y fascista como alternativas reales de poder, del comunismo soviético como una posibilidad amenazante para las burguesías occidentales, y del descrédito de las ideas liberales y republicanas tras la crisis económica del 29.

Bajo este marco de ideas que contemplaba al fascismo como una posibilidad, no es de extrañar que aparezcan diarios con posturas como la de La Razón, o que en los matutinos supuestamente liberales se hayan visto notas de cierta afinidad y expectativa para con el Tercer Reich, tal como puede observarse en la titulada "Desde la caída del Imperio, no ha tenido Alemania un momento de tan honda expectativa", que apareció en La Nación al día siguiente de la asunción de Hitler.

En principio, y en contra de lo que el preconcepto podría sugerir, hay que decir que los medios fueron dando cuenta con bastante detalle de lo sucedido a partir de la asunción del nazismo: desde el surgimiento de los primeros campos de concentración, las sucesivas medidas que fueron excluyendo a los hebreos de la sociedad alemana, la Noche de los Cristales, las persecuciones, las expropiaciones, la creación de los guetos, y hasta el aglutinamiento y deportación de la población judía. Todo fue contado. Incluso, ya por el año 1938 los diarios reproducían versiones que hablaban de un posible "exterminio".

Aclarado ese punto fundamental, sabiendo que la información estaba, resulta pertinente abordar la posición de los distintos diarios argentinos. La Razón publicó en abril del 1933 –apenas asumido el régimen- un suplemento dedicado a "La Nueva Alemania", con publicidades de las empresas germanas en el país, que contenía una serie de notas plagadas de símbolos y argumentos esencialmente nazis y hasta la firma del propio Adof Hitler con la leyenda "Por intermedio del diario La Razón, envío a la prensa argentina y a los alemanes de la Argentina mis cordiales saludos".

Entre otros artículos, se destaca "El verdadero significado del Movimiento nazi", que defendía el sistema de partido único en Alemania y la anulación del Parlamento, y consideraba al antisemitismo como un "mal menor" en cierta medida justificado por la inmigración de judíos provenientes de Polonia y Rusia, que "significan una competencia muy poco leal para el comercio alemán. Rechazados también por los mismos judíos alemanes".

Días después, el periodista que firmaba bajo el seudónimo Pacífico Buenafé se mostraba temeroso al advertir el inminente fin de la raza blanca, "la mejor y la más civilizada del mundo", por lo cual bregaba a favor del establecimiento de medidas para su preservación, para que "las parejas unidas por el santo lazo se avengan a llenar al mundo de dulces cabecitas rubias que puedan convertirse más tarde en bravos muchachos capaces de actuar valientemente en la formidable guerra que todos presienten para el futuro" ("Se acaba nuestra raza").

El historiador Tulio Halperin Donghi, que estudió muy especialmente las ideas de la Argentina en aquellos años, nos decía recientemente –dialogando sobre la mirada de los medios gráficos en los 30- que el diario Crítica , fundado y dirigido por Natalio Botana, "veía nazis en todos lados, hasta donde no los había".

Precisamente, el desacartonado y revolucionario vespertino, pionero del periodismo amarillo en el país, aquel que integró los dramas cotidianos a la crónica periodística, que utilizó hasta el hartazgo la caricatura como método de opinión, pero que mostró a la vez una gran apertura cultural –albergando plumas de jóvenes prominentes como Jorge Luis Borges y Roberto Arlt, entre otros-, tenía una posición abierta y militante en contra del nazismo, el fascismo y el franquismo.

Hitler era para Crítica simplemente "el bello Adolfo", o "el pintor de paredes", una ironía que recordaba sus orígenes de artista frustrado. Fue el único diario de Buenos Aires que descreyó desde un principio de la propaganda nazi; por ejemplo, de la versión difundida por el Régimen sobre el incendio del Reichstag (parlamento alemán), atribuida falsamente a un comunista a fin de utilizarlo como excusa para perseguir "legalmente" a los militantes bolcheviques.

"Realmente asombra la minuciosidad del sistema persecutorio de los hitleristas contra los hebreos: nada ha sido olvidado. Día a día un nuevo detalle es conocido. Ahora se sabe que está prohibido a los médicos arios tener en absoluto relación profesional alguna con los médicos hebreos. Y pensar que hace poco que se descubrió que Hitler era judío ", decía "el tábano", -como se conocía a Crítica- recién iniciadas las persecuciones antisemitas.

Es notable que ya en noviembre de 1938, tras la Kristalnatch, este vespertino publicaba un artículo titulado "Aniquilación total de los judíos", donde adelantaba que los israelitas serían confinados a guetos al estilo medieval. "El pueblo judío, a través de la historia y desde épocas legendarias, ha atravesado por períodos de grandes penurias (...) pero el alcance de los decretos expedidos hoy sobrepasan todas las opresiones y castigos que jamás hayan sufrido".

Pero también sabemos que las posturas de los medios de comunicación no son nunca monolíticas. Esa actitud valiente del vespertino en contra las violaciones a los derechos humanos más básicos y de defensa de las libertades democráticas coexistía con un apoyo de todos los diarios de la época al régimen de la "década infame", e incluso el propio presidente Agustín P. Justo integraba la Sociedad Anónima Crítica.

Para advertir la importancia que el Tercer Reich le asignaba a los medios de comunicación de nuestro país, el investigador Ronald Newton cuenta en su libro "El Cuarto lado del Triángulo. La Amenaza nazi en la Argentina" que el ministro de Propaganda alemán, Joseph Goebbels, se encargó especialmente de analizar la prensa argentina según el grado de permeabilidad a las ideas del nazismo.

Para ello, Goebbels dividió cuatro categorías. La primera, la más lejana, era la prensa considerada antifascista, a la que se debía atacar por todos los medios, que incluía Crítica; el Argentinisches Tageblatt, -de los Alemann-, y el socialista La Vanguardia. Luego, la "prensa independiente, seria" (La Nación y La Prensa), que debía ser infiltrada o comprometida; después, la "Prensa pequeña, provincial", vulnerable desde el punto de vista financiero; y finalmente, la "abiertamente profascista", subsidiada, entre la que se contaba a Deutsche La Plata Zeitung, Der Trommler, y los periódicos argentinos Caras y Caretas, El Mundo y La Razón.

Según Newton, el nazismo no logró finalmente filtrar a La Nación y La Prensa. Sin embargo, la mirada de estos periódicos "serios" tuvo sus matices, mostrando incluso cierta actitud pendular. Al principio, aunque desacreditaban a Hitler como personaje poco creíble, llegándolo a considerar un "megalómano"y "demagogo" (La Nación), ambos matutinos depositaron en el nuevo movimiento cierta esperanza de que se constituya en una barrera de contención al comunismo, a pocos años del triunfo de la revolución bolchevique.

En 1933, La Nación publicó una serie de notas bajo el título "Alemania, a siete meses del hitlerismo", escritas por el corresponsal Jules Sauerwein, a modo de crónicas de los nuevos tiempos. Había reportajes complacientes a Goebbels, Goering y Rosemberg, notas sobre los campos de trabajo, la situación de los judíos, la juventud hitlerista, la vida nocturna, los presos políticos, la religión y la vida espiritual, y las opiniones contrapuestas entre adherentes al nazismo e israelitas.

Si bien Sauerwein catalogaba al régimen como una dictadura, no efectuaba cuestionamientos ni preguntas inquietantes acerca de las visiones racistas y antisemitas de los nazis, prevalecía un tono descriptivo, con tenues críticas, un acercamiento superficial al tema judío y poco compromiso para con los perseguidos.

No obstante, el diario de los Mitre irá acrecentando su nivel de crítica, sin llegar a ser abiertamente opositor. Tras la Noche de los Cristales, en noviembre de 1938, hubo una notable cobertura informativa sobre las persecuciones, pero no editoriales..

"Se hace imposible a los judíos vivir en el Reich"

Así titulaba desde Alemania el corresponsal Charles Albert uno de los diferentes artículos que describían minuciosamente las condiciones de humillación a las que eran sometidos nuestros hermanos.

En otra de esas crónicas ("En Alemania, empeora cada día la vida de los judíos"), Albert era muy explicito al resaltar "la severidad en el trato que reciben los judíos en los campos de concentración", que "varía según los casos. En los campos en los que se los trata relativamente bien, los hombres jóvenes son obligados a realizar rudos trabajos corporales, a manera de los condenados a presidio, a quienes se hace que se parezcan afeitándoles el cráneo. Si la edad no excede de 50 años, se les obliga a partir piedra para la construcción de caminos".

Casi todos los días se informaba de nuevas medidas contra los judíos, del llamamiento de estos a la ayuda internacional, y del plan de Alemania para expulsar a los hebreos, quitándoles todos sus bienes. Pero recién el último día del año hubo una editorial, titulada: "La política antisemita en Alemania", firmada por Rene Lauret. Allí sí ya se notaba un tono explícitamente crítico, descreyendo de la espontaneidad de los actos antisemitas -como sostenía la propaganda alemana-. Tras detallar las diferentes medidas antihebreas, señalaba: "Estamos acercándonos al momento en que la vida ya no sólo será difícil, penosa y humillante para los judíos, sino materialmente imposible".

La editorial afirmaba que los "excesos" antisemitas sólo eran aprobados por una escasa minoría: "la mayor parte de los alemanes expresa abiertamente su reprobación cuando se encuentra en presencia de extranjeros, y sobre todo cuando cree hallarse al abrigo de los delatores de la policía".

Mientras La Nación se caracterizaba por ser un ámbito de debate político y cultural –una "tribuna de doctrina", como se autoproclamó en su fundación-, un medio codiciado por todos los escritores; La Prensa encarnaba el avance del modelo francés al periodismo moderno norteamericano, con avisos comerciales, noticias sobre gran variedad de temas. Era la vanguardia que expresaba la transformación de la prensa como apéndice de los partidos políticos al periodismo profesional independiente.

Este diario, que era el más leído –el Clarín de la época- y tenía los avisos clasificados en la tapa, mostraba al comienzo cierta curiosidad ante el fenómeno nazi que -confiaba- espantaría el fantasma del comunismo: "El mundo presenció el desarrollo del famoso plan quinquenal ruso, y le toca ahora esperar el resultado del plan de cuatro años, plazo que Hitler fijó para que Alemania recobre su antigua grandeza y prosperidad.".

Si bien no dejó de mostrar preocupación por la llegada del nazismo, por su inexperiencia, sus ideas raciales, la anulación de la democracia y el control de la economía; La Prensa suponía que la coalición de Gobierno licuaría sus aspectos más virulentos.

tampoco publicó editoriales o notas de opinión cuestionadoras.

Al igual que La Nación, con la consecución de las políticas represivas, La Prensa fue posicionándose con una postura independiente, crítica aunque no militante. En febrero de 1934, una editorial comparaba la segregación ocurrida en Alemania con la "expulsión y persecución de los judíos de Portugal (…) una página lamentable de la historia" de ese país (…) Origen de tantos males que afectaron su desenvolvimiento intelectual y económico".

Sin embargo, aún coexistían diferentes modos de tratamiento de la información procedente de Alemania: algunas notas de colaboradores se diferenciaban del discurso general del diario, sobre todo en los suplementos especiales y de cultura.

Por ejemplo, una nota de opinión proponía la "difícil" tarea de desentrañar la personalidad de Hitler, "aún en formación", en la que se destacaban sus "convicciones profundas" y se subrayaba que "debe desempeñar un papel para el cual no ha tenido adiestramiento preliminar". El autor destacaba los esfuerzos de Hitler por establecer "la igualdad social" en Alemania, intentos que "se asemejan a un ideal democrático" aunque los nazis rechacen la democracia. La nota distinguía la manera en que podía considerar a Hitler un extranjero y un alemán; porque el primero lo analizaría fríamente y el segundo emocionalmente, "ingenuamente" e "interesado con sinceridad en su pueblo".

De todos modos, pese a estos contrastes, La Prensa fue manteniendo a lo largo de los años una posición cada vez más contraria al espíritu del nazismo, y fue mostrando una actitud visiblemente activa especialmente en lo inherente a la injerencia del nazismo en Argentina.

Esta postura "soberana" se hizo evidente en el año 1938, cuando realizó una campaña informando sobre las escuelas alemanas en el país que respondían a los programas educativos del nazismo -por lo cual el Ministerio de Educación, estaba realizando una investigación-, cuando protestó por la violación de la soberanía que implicaba la votación de los germanos argentinos en el plebiscito austríaco, y cuando denunció la intromisión de cuestiones políticas ajenas a nuestro país durante los escándalos producidos por las peleas callejeras entre alemanes a la salida del acto del Luna Park, el 1° de mayo. "Va en contra de la legislación argentina importar cuestiones políticas de otros países" expresaba una editorial, que a su vez criticaba al gobierno argentino por la pasividad ante estos temas.

En el interior del país, en tanto, la mirada de los diarios tampoco fue monolítica. El Presidente Dr. Ortiz se limitó a sonreír despreocupadamente en una entrevista realizada por United Press expresando que no había la más mínima posibilidad de penetración nazi inmediata o remota, fuese por la fuerza o por medios económicos", esbozaba con cierta ironía el diario La Voz del Interior, de Córdoba, en el contexto de una serie de notas sobre la infiltración alemana en Argentina, sobre todo en las provincias de La Pampa y Misiones.

El matutino cordobés demostró convicciones democráticas muy fuertes, fue contrario al hitlerismo desde sus comienzos y muy solidario con la cuestión judía. "Hitler intenta aniquilar con los medios más abominables a la laboriosa e inteligente población israelita, a la cual Alemania debe servicios incalculables en todos los campos del saber y la actividad humana" expresaba en una de sus primeras editoriales al respecto.

También es significativa su adhesión a ciertos valores de izquierda, como puede advertirse en la publicación de la "Carta al pueblo alemán" escrita por Henry Barbusse, de movimiento Amsterdam Pleyel, que declaraba: "Somos enemigos del hitlerismo porque el hitlerismo nos ha oprimido" y "nos impulsa a todos a la muerte", a la vez que llamaba a oponerse no sólo al nacionalsocialismo sino también a los imperialismos inglés y francés.

El diario cordobés utilizaba habitualmente el dibujo y la caricatura como modo de editorializar temas políticos, un tratamiento de la información cuya agilidad encontraba similitudes con el de Crítica, por ejemplo, cuando ironizaba acerca de la personalidad de Hitler, y la mística propia del nazismo.

El tema del antisemitismo en Argentina fue recurrente en este medio, a través de denuncias concretas, como la que se informó en mayo de 1935 en la legislatura de San Juan: "Los representantes rechazaron un pedido del Poder Ejecutivo Provincial para la designación de un fiscal llamado Marcos Goldstein. Lo curioso fue que el propio gobernador Maurín fue el que propuso al fiscal, influyó a último momento para que no se llevara a cabo la designación invocando argumentos sutiles, más sin lograr que se ignore la intervención del Sr., José María Rosa que en nombre de los fascistas de la Capital Federal había impugnado el pedido de considerar a Goldstein un semita".

Distinta fue la actitud del diario Los Andes, de Mendoza, que mostró una mirada ambivalente y naturalizadora del régimen en los años '30, admitiendo como normales los argumentos esenciales del nacional socialismo en función de las particularidades del pueblo alemán, en una especie de relativismo cultural al extremo.

Una editorial en julio de 1933 destacaba el "auge económico" del país, la baja de la desocupación, la tendencia creciente de la industria, el comercio y la agricultura, y "la estabilización del poder político en manos de Hitler" . En ello, se parecía a La Nación y La Prensa, al evidenciar cierta seducción por algunos presuntos logros económicos iniciales del nazismo en el contexto de la debacle económica en la que culminó la República de Weimar, y ante el peligro del comunismo.

El primer día de 1934, el diario contraponía dos aspectos de la política nazi: "Para los 30.000 refugiados judíos, comunistas y socialistas, éste ha sido un año de depresión y pérdida" (...) "Para los demás, que suman decenas de millones, el año ha significado el resurgimiento de la patria". Entre líneas, nos decía que son muchos más los beneficiados que los perjudicados por el nuevo régimen.

En otra nota en 1937, donde analiza las relaciones de Alemania con las otras potencias, se volvía a advertir el apego al régimen: "Con el indiscutible genio constructivo del nacional socialismo y su pasmosa actividad creadora, los alemanes tendrían pan suficiente y manteca de sobra si es que no se vieran impelidos a alimentar los hornos de las grandes fábricas constructoras de armas".

Pero la perla que simboliza su postura es la editorial "La orden del día: el problema de los judíos", que sobre la base de una cita de Otto Weininger destacaba la esencia biológica y no política del judaísmo, y manifestaba que "existe una intrínseca antiestatalidad en la conciencia judía".

El artículo remite al lugar común del judío usurero: "Puede parecer contradictorio que justamente el pueblo que prohibió la usura haya podido más adelante adoptar criterios tan opuestos. Pero la misma historia es a veces contradictoria." Y hasta llegaba a justificar las leyes raciales de Nuremberg con el argumento de que "entre los hebreos existía la severa prohibición de unirse con mujeres de otras razas".

"¿Tal vez es porque la historia de Israel ha sido dominada por la vejez, que la conquista económica y el predominio financiero fueron los substitutos de la conquista política militar?", concluía la editorial, plagada de clásicos estereotipos antisemitas.

Pero no es todo. Otra editorial, pocos días después, analizaba cuánto se cumplió y cuánto no del Mein Camp y señalaba: "Se ha logrado la unificación de los alemanes y se está en proceso de la reconstrucción económica del país (...) La eliminación de los judíos en la vida germana se ha logrado también en gran parte (...) Seguramente para los pueblos democráticos no tiene ningún encanto un gobierno de autoridad absorbente, Pero Alemania sin Hitler es indudable que no habría alcanzado a recuperar sus fuerzas militares. Y para un pueblo militarista, como éste, eso ya es bastante"

En realidad, el matutino mendocino razonaba en esos años desde la propia lógica del régimen hitlerista, dando por descontada la existencia de la dictadura, sin cuestionar en absoluto las políticas persecutorias y totalitarias.

Pero en el año 1938, cuando se produjo un salto cualitativo en las políticas del régimen hacia los judíos con la Kristalnatch, y se pasó la exclusión legal a la violencia física sistemática y la expropiación de sus propiedades -en lo que se conoció como la "arianización"-, Los Andes comenzó a distanciarse y denunciar el sistema totalitario.

Puede advertirse claramente la diferencia cuando, por ejemplo, en enero de 1939, el medio cuyano reprodujo un artículo de la revista norteamericana "Cosmopolitan Magazine", donde señalaba que Hitler y sus colaboradores "padecen ilusiones de grandeza y están poseídos de una manía homicida", y añadía que el pueblo alemán esta "bajo el mando de un grupo de lunáticos"

Ya para fines del año 1939, con el comienzo de la guerra, ser pro alemán se había convertido en políticamente inadmisible -excepto para algunos pasquines abiertamente pro nazis como Crisol, Bandera Argentina, Clarinada, La Fronda-, por lo que todos los medios se manifestaron como opositores al hitlerismo, incluso aquellos que habían sido evidentes defensores de esa causa.

En marzo del 1939, Los Andes informaba de la expulsión en masa de los judíos de Italia, sin ahorrar detalles que connotan su desaprobación:: "Los corresponsales de United Press en Montecarlo manifiestan que los refugiados llegados a esa (ciudad) se encuentran en un estado verdaderamente lamentable, algunos casi moribundos, debido al hambre y al hecho de haber permanecido varios días en la montaña". Al llegar a los puestos fronterizos de Francia, se les veía rogar a los encargados de los destacamentos que se les permitiera pasar. Entre ellos se encontraban muchos mujeres, niños y ancianos, pero hasta el momento las autoridades, por carecer de ordenes, solo admitieron a los que se encontraban enfermos o imposibilitados de seguir".

En tanto, en la Argentina, tras el escándalo de las escuelas, el plebiscito austríaco y los incidentes violentos en el Luna Park, ya nada seria igual para los alemanes filo nazis, porque la lupa estaba puesta sobre la infiltración germana. El Parlamento creó la Comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas, lideradas por los diputado Enrique Dickman (socialista) y Raúl Damonde Taborda –radical, también periodista de Crítica y yerno de Botana-. Además surgieron grupos de militancia antifascista como el Comité Contra el Racismo y el Antisemitismo (CCRA). La comisión de la Cámara de Diputados tenía como importante fuente de información a organizaciones de inmigrantes judíos y no judíos que huían del Tercer Reich, como "Das Andere Deutschland" o "La Otra Alemania", y el diario Argentinisches Tageblatt, que se había convertido en el medio de expresión de los alemanes opositores o perseguidos por el nazismo, y que desarrollaba una suerte de "guerra de prensa" con el Deutsche La Plata Zeitung -subsidiado por la embajada- , lo que le valdría un boicot de avisos de la mayoría de las empresas germanas.

La prensa gráfica nacional no fue ajena a este movimiento; más bien todo lo contrario: fue uno de sus motores. Crítica, La Prensa, La Voz del Interior, también Los Andes y en menor medida La Nación serían muy activos, dando amplia cobertura a estas investigaciones, abriendo nuevas pistas e informando de la accionare de los mencionados grupos. Denunciaron a varios medios adictos al régimen: la agencia de noticias Transocean, -creada por el Ministerio de Propaganda alemán para difundir sus versiones de los hechos-, varias radios permeables a sus informaciones -Splendid, Cuyo, Callao, Cultura, Stentor, Del Pueblo, Municipal- , y el diario Pampero, entre otros.

Incluso los Crítica y Noticias Gráficas, junto con el Argentinisches Tageblatt - llegaron a realizar una campaña difundiendo un supuesto plan nazi para apoderarse de la Patagonia, una versión que resultó falsa, pero que contribuyó a incrementar el clima adverso a los nacional socialistas. En ese contexto, en Mayo de 1939 se prohibió en Partido Nazi en Argentina, que para entonces contaba con 1635 miembros, aunque en realidad continuaría funcionando bajo la fachada de Federación de Círculos Alemanes de Beneficencia y Cultura.

El último periódico nacional en cambiar su posición fue La Razón, que recién después de iniciada la guerra abandonaría su compromiso con el Reich. Todavía en marzo de 1939, publicaba una nota titulada "El nacional socialismo, creación de Alemania", en la que se destaca que en los últimos años, el pueblo alemán "ha tenido la dicha de lograr la unidad de todos los alemanes centroeuropeos, ochenta millones de personas, gracias al éxito de la política de Hitler". E insistía: "El éxito justifica la confianza que el pueblo alemán ha cifrado en su jefe, y no hay nadie que no comprenda que tan feliz resultado se debe a la energía, fortaleza y constancia de Hitler".

La editorial defendía la "revolución alemana", que "no tiene intenciones de ser exportada a otros países", y opinaba que "es mas temible el caso inverso, que los extranjeros intenten desvirtuar con sus ideas el sentido del movimiento alemán". Por eso, evalúa que son "interpretaciones capciosas" las que denunciaban de infiltración nazi a las organizaciones germanas en el extranjero, "denuncias falsas" detrás de las cuales "se esconde" la intención comercial de excluir a Alemania de los mercados.

Pero tras el comienzo de la guerra, buena parte de la opinión pública se volcaba en contra de Alemania, y existía una condena social latente a la infiltración nazi por parte de la mayoría de los argentinos, en función de un nacionalismo que estaba en su momento de mayor vigencia en nuestro país. Entonces, La Razón se sumó al resto de los medios gráficos en su cruzada contra el nazismo, y todos los matices que describimos, de la década del ´30, se convirtieron en los ´40 en un consenso casi sin fisuras.

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